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Voto de Cinéfilo de mierda:
6
Ciencia ficción Fahrenheit 451 es la temperatura a la que arde el papel de los libros. En un futuro opresivo Guy Montag, un disciplinado bombero encargado de quemar los libros prohibidos por el gobierno, conoce a una revolucionaria maestra que se atreve a leer. Poco a poco Guy comenzará a tener dudas sobre su libertad intelectual, y sobre el precio que esta libertad tendría sobre su seguridad personal. (FILMAFFINITY)
11 de abril de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Farenheit 451” es una obra de 1966 dirigida por Truffaut. Se basa en la novela homónima de Ray Bradbury, adscrita en ese extraño e interesante género que son las novelas distópicas. Aquí la cosa es que los bomberos se dedican a quemar libros, y que los lectores son perseguidos como criminales. Pero uno de estos bomberos, Montag, violará la ley y se interesará por todas esas historias que ha destruido.
Este planteamiento tan de película conspiranoica en el que el protagonista se rebela contra el régimen establecido sufre una vuelta de tuerca interesante. “Farenheit 451” es una obra intimista, casi cotidiana, y su discurso se centra más en la relación de Montag con su mujer y en los efectos individuales que podrían derivar de la ausencia de literatura. Actúa más como una especie de retrato costumbrista que como un thriller o una epopeya. En un principio lo achaqué a la juventud del género, peeeero existen propuestas previas que comparten muchas más similitudes con la ciencia ficción actual –“Metrópolis”, sin ir más lejos-. Aun así, creo que “Farenheit 451” es interesante como muestra de ciencia ficción “primitiva”, alejada de todos esos estándares que la homogenizan hoy día.
Eso sí, la trama no se libra de algunos de ellos. Tenemos la muestra de fuerza inicial por parte de los malos, la persecución -por la que doy gracias por los avances en VFX-, el jefe agresivo, el topicazo de “los rebeldes son los buenos”… sin embargo, el marco exterior y el resto de elementos que forman la ecuación garantizan que parezcan diferente. Los diálogos, sin ir más lejos, que son muy precisos -y escasos- y huyen de soltarnos frases pseudofilosóficas por encima de sus posibilidades. Merecen un aplauso doble, ya que saben representar los problemas de los personajes sin resultar excesivamente obvios -y os aseguro que es todo un reto mostrar que su capacidad de memorización está mermada, por ejemplo.
Por otro lado, posiblemente nos encontremos ante la PELÍCULA MÁS FEA DE LA PUTA HISTORIA. En serio, joder, es más fea que pegarle a un padre, de verdad. Puedo llegar a entender que el señor Ridley Scott aún no había llegado a revolucionar el género, y que el señor Truffaut no era un ejemplo de derroche ni gran amigo de las super producciones, E INCLUSO que el entorno elegido ayuda a potenciar el tono de la obra, resultando mucho más cercano a nuestros días que otros ejemplos como “Blade Runner” o “Minority Report”; pero eso no justifica el caótico uso del color, el antiestético rojo, su vestuario -que parece más propio de una agrupación de carnaval cutre- o la pobrísima dirección de arte. Ver a los bomberos en su camión de bomberos DA PUTA PENA, la escalerita en la que bajan de ese extraño monorraíl parece que está hecha de plástico y que se la va a llevar el viento, y muchos escenarios están tan sumamente vacíos que huelen a falsos exteriores que tiran para atrás. Y no es solo una cuestión de antigüedad: es pura dejadez. Ya solo el diseño de los elementos que usan para cercar las hogueras es un sinsentido para aquella época.
La dirección, por su parte, cuenta con el buen gusto del cine francés. Su ritmo no es adecuado para todos los espectadores, pero es una delicia para aquellos que disfrutan de un cine sin prisas y bien ejecutado. Me llama la atención la impecable gestión del espacio escénico, muy inspirada en el movimiento teatral, pero muy efectiva. Se unen a la fórmula un conjunto de DELICIOSOS golpes de efecto propios del cine clásico y un montaje que se permite ciertos juegos curiosos. En conjunto, la obra sabe transmitir la frialdad de su universo con maestría, incluso contando con que los tonos cálidos son protagonistas en gran parte de las localizaciones.
He visto esta obra por el buen recuerdo que tenía de ella, y por el trailer de su próximo remake. Éste me dejó algo indignado: parece un producto insulso, genérico, deudor del resto de incursiones en el género. Suelo ser muy escéptico con los remakes, pero “Farenheit 451” lo necesita. Aunque la obra del 66 no es una mala película ni ha envejecido excesivamente mal, necesita una actualización estética y puede dar mucho de sí a nivel discursivo. Estoy seguro de que no va a lograr ninguna de esas cosas, pero lo necesita.
Cinéfilo de mierda
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