El retrato de una familia disfuncional (aquella que emplea pautas insanas para relacionarse, y ello conlleva un deterioro claro de la salud mental o física de sus miembros. Esto ocurre, en muchas ocasiones, porque los padres atraviesan situaciones problemáticas que no llegan a resolver y se perpetúan en el tiempo).

La mujer que un día fue adoptada intentará localizar a su familia biológica. Una familia que el director nos presenta de una forma lenta y pausada. Nos muestra sus debilidades y sus flaquezas. Los desnuda emocionalmente para que seamos conscientes de sus carencias y virtudes. Nos aleja de versiones prefabricadas por el cine y representa la realidad a través de unos ojos sanos, sin distorsiones.

Un metraje excesivo que tiene su punto álgido en su última media hora. Donde la pedantería y la hipocresía tienen su dosis de reproche.

Nunca olvidaré el personaje entrañable de Lee Ross haciendo de novio intentando mantener la compostura sin tener nada que decir en ese ecosistema familiar. Una maravilla verlo en la barbacoa quemándose mientras come sumido en mil pensamientos.

«Secretos y mentiras. Todos sufrimos. ¿Por que no podemos compartir el dolor? He tratado toda mi vida de hacer feliz a la gente y las tres personas que mas quiero se odian. ¡Estoy en el medio y no lo aguanto más!». -Un maravilloso Timothy Spall.