La gallega Diana Toucedo pertenece a esa nueva hornada de mujeres cineastas en sus múltiples facetas surgidas de la Escuela de Cine de la Pompeu y Fabra catalana que tan buenos frutos está dando con un cine que emana de lo personal, alejado de los circuitos comerciales, carne de festivales donde cosechan premios y que gracias a las plataformas nos llega dada su prácticamente nula distribución. Cine hecho con arte y por amor al arte que si acaso da economicamente para animarse con un nuevo proyecto y seguir haciendo lo que a uno le gusta.

Durante cinco años la directora ha ido recopilando material y conviviendo con gentes y lugares de su Galicia natal aunque en este caso sea en el interior, en la Sierra del Caurel en la provincia de Lugo, donde el espacio y el tiempo bailan a otro son y donde treinta familias aún conviven apegadas a una tierra en una simbiosis telúrica en la que se difuminan las fronteras entre lo real y lo soñado. Y donde las ánimas se resisten a abandonarnos y se aparecen en "La Santa Compaña" o de una forma tan sutil y poética como la que utiliza Toucedo, para recordarnos que todo cambia y se transforma pero nada desaparece. Una fantasía documental, que capta de forma sobresaliente el espíritu de la tierra y las gentes que la habitan. Un reducto mágico que nos cuenta muchas cosas si uno sabe escuchar al viento entre las hojas de los árboles.

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