Si tomáramos como referencia que los padres del director Hedges fueron o son una psicoterapeuta y un sacerdote episcopal, podríamos tener una pista de por donde van los tiros de este drama familiar con guión del propio director. Sigue Hedges dándole vueltas al tema de las relaciones paterno filiales, ahora desde un punto de vista más adulto y más crudo que aquella "marcianada light Disney" que fue su última película hace seis años "La extraña vida de Timothy Green".

El asunto funciona notablemente en tanto en cuanto Hedges es capaz de capturar la angustia y la tensión, "el mono" físico y emocional que produce la adicción a las drogas tanto en el consumidor como en aquellos que le rodean y como el caos acaba devastandolo todo como un huracán imparable del que es muy difícil sino imposible salir ileso. Y es bueno que una película "comercial" con una protagonista tan mediática como La Roberts se moje en el asunto para recordarnos que el problema sigue existiendo y sigue arrasando vidas. Añade Hedges que "la novia de América" forma parte de una familia interracial que dados los tiempos que corren no está nada mal apoyar. Pero sobre todo la cosa funciona porque Roberts y el hijo del director, Lucas Hedges (al que por cierto recomendó Roberts a su padre para el papel) poseen la química necesaria para sustentar la relación emocional que transmiten. Ambos están estupendos. En su último tramo se escora peligrosamente hacia el thriller convencional pero consiguen no derrapar y mantenerse fieles al espíritu del problema que nos cuentan. Recomendable.

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