Había una vez un director de teatro que siempre nos decía: "no me lo cuentes, hazlo" y uno tiene la sensación de que en esta película se dedican más a contarnos unos hechos reales, según la versión de una de su protagonistas verdaderas que a interpretarlos con un mínimo de credibilidad. Vemos a una de ellas dar dinero a su abuela y decirnos que la quiere mucho, pero yo no veo ninguna escena que me los transmita. Veo a dos mujeres darse abrazos y sonreirse pero no percibo que sean amigas de verdad. Sí me queda claro que están estupendas físicamente y que lucen todo tipo de modelitos con soltura y desparpajo mientras subrayan que son tiempos de empoderamiento femenino, que los maleantes sin escrupulos de Wall Street se merecen lo que les hacen y que son felices de darle la vuelta a la perenne explotación femenina. Aunque al final vienen a cagarla como cualquier varón estúpido y ambicioso que se precie.

JLo  se lo guisa y se lo come; no cobra como actriz por qué no lo necesita y agarra las riendas produciendo muy consciente de que está actuando para su lucimiento personal. Tiene momentos y lo de la barra a sus 50 tacos es más que loable. Por cierto nunca he llegado a entender esa euforia por lanzar billetes a unas señoritas que hacen gimnasia semi desnudas. Se lo deberían hacer mirar.

Algunos críticos han osado mencionar a Scorsese al hablar de esta película. Allá ellos; también deberían hacérselo mirar. Casi podría apostar que en manos de Martín la cosa no sería tan cansina y repetitiva.

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