Una habitación es el mundo entero, es nuestra zona de confort, y dentro de esta habitación compartimos espacio con las personas con las que nos sentimos más seguros, que amamos, con las que sabemos que estando ahí, nada puede salir mal. Pero un día toca abandonar el nido, enfrentarse al mundo, que es grande, impredecible, donde nada es igual que ayer, donde hay muchas personas a las que no conoces y que pueden hacerte daño. Y toca reinventarse, hacer algunos cambios pequeños en tu vida, no muy bruscos, para que no se pierda la esencia, pero necesarios para poder construir tu identidad, y siempre apoyándote en nuevas personas y en las que siempre estuvieron ahí, porque siempre hay algo de ellas que queda en la base.
Y hay que salir, y caminar, y alejarse de la zona de confort un tiempo, y volver, volver a la habitación para ser conscientes de que los problemas eran insignificantes comparados con los que tenemos ahora mismo; ver que el mundo puede hacerte daño, y que las heridas se cubren con corazas creadas por nosotros mismos. Y es hora de despedirse de esa zona de confort, aunque eso no significa decir adiós a esas personas que siempre han formado parte de ti, porque siempre permanecerán con nosotros. Pero es hora de compartir experiencias, sentimientos con las personas que provienen de un mundo más grande que esta habitación. Y no puedo evitar eludir a 'Cinema Paradiso': "Viviendo aquí el día a día, piensas que este es el centro del mundo. Crees que nada cambiará. Entonces te vas: un año, dos años. Cuando vuelves, todo ha cambiado. Tu mundo se ha roto. Lo que vienes a buscar no está aquí. Lo que alguna vez fuiste se ha ido". Y podemos decir que esta frase representa a Jack en un futuro y a su madre en el presente.