El gran guionista de Buñuel, Alcoriza, se pasa a la dirección con resultados más que aceptables.
Como en todo su filmografía, a nivel etnográfico, se tratan de verdaderos documentos visuales del "modus vivendi" de las poblaciones rurales mexicanas (ya sean de interior o de la costa), repletas de personajes variopintos, de diálogos elocuentes veristas que emplean la jerga y los dialectos típicos de los personajes, el caciquismo, su folclore, canciones y religiosidad extrema (fe, esperanza y caridad).
Pero ello no basta para dar un sentido dramático y densidad a la historia narrada, como en este caso. Además todo está más que visto; típica historia de niño que enferma y se tiene que recurrir al robo y a la pérdida de dignidad para pagar el tratamiento, etc. Recuerda mucho al neorrealismo italiano, pero salvando las distancias.
Se incluyen elementos surrealistas como una pelea a garrotazos entre ciegos, o la búsqueda de la perla entre los excrementos de los cerdos.
Interesante al igual que su otro film "Tiburoneros", aunque por debajo del cine del maestro mexicano Emilio Fernández.