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Voto de Strénliko:
3
7,7
24.861
Drama. Intriga. Thriller
Jeanne y Simon Marwan son dos gemelos que viven en Canadá cuya madre Nawal, tras pasar sus últimos días sin hablar, acaba de fallecer. En el acto de apertura del testamento, el notario les da dos cartas que deben ser entregadas a un padre al que creían muerto y a un hermano cuya existencia desconocían. Jeanne decide entonces emprender un viaje al Líbano para intentar localizarlos y encontrar respuestas a su existencia, pero Simon no ... [+]
13 de mayo de 2014
64 de 112 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo tengo claro: Incendios -por qué llamarla Incendies si está doblada al español- es un filme teatrero y peliculero, lo cual pone una gran distancia entre el espectador racionalista que efectúa análisis objetivos y esta historia tan truculenta e inverosímil. No me ha impresionado ni lo más mínimo porque, desde el momento en que el notario les lee las últimas disposiciones de la madre, el despropósito se adueña del guión. Nadie puede tragarse una historia así, a menos que esté predispuesto a dar por bueno semejante dislate.
Ahora me tengo que pasar al "spoiler" para continuar. Si al lector de estas líneas le interesa una crítica distinta de la que parece que es la tónica general de las que he leído hasta el momento, yo le explico en qué consiste mi divergencia.
Ahora me tengo que pasar al "spoiler" para continuar. Si al lector de estas líneas le interesa una crítica distinta de la que parece que es la tónica general de las que he leído hasta el momento, yo le explico en qué consiste mi divergencia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Para empezar, la propuesta testamentaria de la madre es de lo más estrafalario y hasta friki. Eso de decirles a los hijos -residentes en Canadá- que se conviertan en detectives y que se vayan a Líbano a hablar con un abuelete que les hará tirar del hilo de la madeja, es infumable. Cualquiera llegaría a la conclusión de que la pobre progenitora fallecida había perdido definitivamente la cabeza antes de testar.
Bueno, toda la película está poblada de surrealismos absurdos y de episodios mal contados y explicados. Por ejemplo, cuando decide cargarse al líder de la facción cristiana autora de la masacre del autobús. De acuerdo, una cosa es desearlo y otra bastante distinta es poder llevarlo a cabo. Pero nada, en Incendios esas son minucias al alcance de cualquier pardilla. De pronto la vemos entrando y saliendo de la casa de este personaje y soplándole los correspondientes balazos. Eso equivale a convertirse en una ejecutora suicida, porque en esos lares lo que le espera es la muerte, aunque peor que la muerte. Pero no, ella se deja coger y luego va a una cárcel, como si en el Líbano de esos años se siguiera el mismo proceso que harían en Suecia. Y allí la tenemos, en la cárcel, sin saber el espectador qué pretenden de ella.
Después viene un fulano y la viola unas cuantas veces. Y este tipo no es otro que su hijo, pero ninguno de los dos lo sabe. Pero lo más increíble no es esto, sino por qué ese mastuerzo anda por allí importunando las siestas de los reclusos. Pues hay que contarlo. Resulta que después de haber sido parido por su madre, lo llevaron a un orfanato cristiano pero, en una incursión de los enemigos de éstos, los palestinos y sus aliados musulmanes se llevaron a todos los niños y los educaron como ellos quería que fuesen; es decir, odiando a los del bando cristiano. Y así fue cómo el mastuerzo se hizo un sanguinario francotirador de la causa musulmano-palestina.
Pues bien, tras caer prisionero de los cristianos, se olvida repentinamente de todo el odio que les tiene y se convierte en visitador de cárceles para repartir hostias y violar a mujeres devotas del islam. Y así fue cómo preñó a la madre.
No sigo contando esta historia tan delirante y tan poco sustanciosa para cualquier espectador con suficiente cordura y algo de aprecio por el rigor. Más asumibles eran los dramones radiofónicos de los años 60.
Bueno, toda la película está poblada de surrealismos absurdos y de episodios mal contados y explicados. Por ejemplo, cuando decide cargarse al líder de la facción cristiana autora de la masacre del autobús. De acuerdo, una cosa es desearlo y otra bastante distinta es poder llevarlo a cabo. Pero nada, en Incendios esas son minucias al alcance de cualquier pardilla. De pronto la vemos entrando y saliendo de la casa de este personaje y soplándole los correspondientes balazos. Eso equivale a convertirse en una ejecutora suicida, porque en esos lares lo que le espera es la muerte, aunque peor que la muerte. Pero no, ella se deja coger y luego va a una cárcel, como si en el Líbano de esos años se siguiera el mismo proceso que harían en Suecia. Y allí la tenemos, en la cárcel, sin saber el espectador qué pretenden de ella.
Después viene un fulano y la viola unas cuantas veces. Y este tipo no es otro que su hijo, pero ninguno de los dos lo sabe. Pero lo más increíble no es esto, sino por qué ese mastuerzo anda por allí importunando las siestas de los reclusos. Pues hay que contarlo. Resulta que después de haber sido parido por su madre, lo llevaron a un orfanato cristiano pero, en una incursión de los enemigos de éstos, los palestinos y sus aliados musulmanes se llevaron a todos los niños y los educaron como ellos quería que fuesen; es decir, odiando a los del bando cristiano. Y así fue cómo el mastuerzo se hizo un sanguinario francotirador de la causa musulmano-palestina.
Pues bien, tras caer prisionero de los cristianos, se olvida repentinamente de todo el odio que les tiene y se convierte en visitador de cárceles para repartir hostias y violar a mujeres devotas del islam. Y así fue cómo preñó a la madre.
No sigo contando esta historia tan delirante y tan poco sustanciosa para cualquier espectador con suficiente cordura y algo de aprecio por el rigor. Más asumibles eran los dramones radiofónicos de los años 60.