Típica secuela/remake que repite paso a paso todo lo que pasaba en la original pero con excesos. Más personajes, más muertes, más gritos, noches más largas, más sustos, más monstruos, más cámaras, más, más, más… Que sin embargo da como resultado un producto menor.

Es menor porque pierde su esencia principal: credibilidad, misterio y miedo. Tal vez la primera película fuese casi amateur y se vea peor, pero cuela como falso metraje rodado por unos jóvenes, mientras esta versión del 2016 tiene a todas luces planos imposibles de cámaras que enfocan demasiado bien, tiene un toque profesional que aunque parezca una tontería, en este tipo de formato queda fuera de lugar. No es que el mockumentary tenga que estar mal rodado aposta, la clave es precisamente encontrar el equilibrio entre filmar bien y que al mismo tiempo resulte creíble que lo hacen aficionados. En el fondo es más complicado de lo que parece. Y total, si al final tampoco se ve una mierda aquí, así que de poco nos sirve tanto cambio de perspectiva y buenos encuadres.

Por otra parte muestra demasiado, y ahora me refiero al argumento. Por qué eso es peor es algo que se ejemplifica muy fácil: da más miedo que tu colega desaparecido grite en la noche y no seas capaz de encontrarlo, a que te enseñen como se lo carga algún bicho feo salido de un videojuego. Agobia mucho más perderte en un bosque inmenso y que cada noche escuches ruidos raros a tu alrededor, a que veas quien hace esos ruidos tirando árboles, volando tiendas de campaña y tonterías. En el terror siempre suele ser mejor sugerir que mostrar, así como crear ambiente a asustar.

Es por ello que ‘El proyecto de la bruja de Blair’ de 1999, siendo una película muy limitada, es bastante superior a esta secuela. Más no es sinónimo de mejor, de hecho suele ser lo contrario. Además la premisa inicial está un poco pillada con pinzas y los personajes son todos demasiado estúpidos. Quitando algún pasaje interesante como el bicho de la pierna o la escena de la cueva, es un producto innecesario y mediocre.