Woody Allen se pone tras las cámaras otra vez para lo que mejor se le da, la comedia. Esta vez interpretando el papel protagonista, cosa a la que nos tiene ya acostumbrados en varias de sus producciones, de Boris Grushenko un ruso bastante pusilánime que por cosas del destino se convierte en héroe nacional en la lucha contra los franceses. Acompañan en el reparto Diane Keaton como el interés amoroso de este y Jessica Harper que cobra más protagonismo hacia el final de la película.

Es una de las típicas comedia de Allen en la que son los diálogos los que te arrancan más de una sonrisa en incluso una carcajada pero también tiene escenas más visuales como la del abanico en el palco de la ópera. Me parece una obra atrevida que se adelntó, y mucho, a Tarantino en lo que a realidades alternativas se refiere. Hay alguna parte que flojea algo sobre la mitad de la cinta pero se pasa enseguida y además tiene bastante reflexiones sobre cosas de la vida.

Los actores están bastante bien, me sorprendió ver a Diane Keaton en este papel y más después de verla en «Annie Hall» —sobrevalorada cinta— en la que aun estando cómica no lo está tanto como aquí. Woody Allen pues es el protagonista absoluto y si te gusta su humor pues te va a gustar cómo lo hace y lo que hace. Jessica Harper —«Suspiria»— como ya digo no tiene mucho protagonismo y ni siquiera la identiqué hasta que vi los créditos.

No tiene metascore pero en la tomatá tiene un cien por cien que quiere decir que no tiene críticas negatvas en absoluto. Yo la verdad es que la encontré genial, bastante divertida, original y rompedora para la época pero a causa de ese pequeño bajón que tiene a mitad de la película y de un ritmo que se torna algo lento me gustaría ponerle un seis con cinco cosa que aquí no se puede así que tendré que redondearlo hacia arriba con un siete.