El búfalo de la noche representó para el debutante director venezolano Jorge Hernández Aldana el primer trabajo en México, basado en la novela de Guillermo Arriaga, escritor cinematográfico de trayectoria contundente sustentada a partir del los proyectos realizados con Alejandro González Iñarritu en nuestro país y Estados Unidos. Ahora el escritor y guionista nominado al Oscar decide tomar otro camino, llevando reflectores que crean expectativas sobre un nuevo largometraje excepcional, con la posibilidad de captar la ovación recibida en el pasado por el publico mexicano incrédulo con su industria y creadores.

Se dice que la novela el Búfalo de la Noche es muy superior a lo presentado en el filme, donde he visto como espectador esbozos de la personalidad de cada individuo, la interrelación que mantienen se torna trivial y las acciones son respaldadas por impulso, por coraje y/o posesión. Hay intención por entregar una historia convincente pero sin firmeza, la cual queda en la concepción de la deshonestidad causada por el deseo frenado por la amistad, así como muchos cuestionamientos a cada uno de los personajes. El búfalo de la noche refleja esa indecisión a lo largo de la trama y no termina por encontrar el camino para situarnos en la visión desesperada de Manuel o Tania ante el deceso de Gregorio y lo que les ha dejado.

La deshonestidad, el remordimiento, la sugestión, el deseo, la complejidad del pensamiento humano, fueron elementos insuficientemente explotados para volverlo indeleble apatía, un resultado que dista de la mexicana Amores Perros, (inevitable la comparación por ser del mismo autor literario), donde los antecedentes y consecuencias de cada acto por parte de los personajes se encuentran en el mismo nivel de importancia.

Finalmente, para Arriaga, involucrarse demás en la dirección y producción del Búfalo de la Noche, no le benefició mucho al resultado final. Zapatero a tus zapatos.