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Voto de Juan Marey:
10
Comedia Época de la Guerra Fría. C.R. MacNamara, representante de una multinacional de refrescos en Berlín Occidental, hace tiempo que proyecta introducir su marca en la URSS. Sin embargo, en contra de sus deseos, lo que su jefe le encarga es cuidar de su hija Scarlett, que está a punto de llegar a Berlín. Se trata de una díscola y alocada joven de dieciocho años, que ya ha estado prometida cuatro veces. Pero lo peor es que, eludiendo la ... [+]
6 de octubre de 2013
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Genial comedia de ritmo frenético y mordaz humor obra del gran Billy Wilder, una de las películas más divertidas de la historia del cine con momentos realmente brillantes en la que con fina ironía se nos muestra a toda una serie de personajes y situaciones absolutamente desternillantes: el empresario capitalista que se inmiscuye y pretende dirigir la vida de todos, la hija tonta del jefe, los “cabeza cuadrada” alemanes, la secretaria sexy, el afán de coca-Cola por llegar a todos los rincones del mundo, la lucha entre Pepsi y Coca-Cola...

Aquí nuestro amigo Wilder nos cuenta la historia del Señor Macnamara, un importante ejecutivo de la Coca-Cola en plena guerra fría. Viejo y conservador capitalista, frio, calculador, visionario, ambicioso, algo verde con una secretaria despampanante, casado, con hijos y una vida acomodada, Macnamara está hasta el moño de vivir en Berlín Oeste, en medio de una ciudad aún en ruinas y a cinco minutos de los pelmazos de Berlín Este con sus manifestaciones constantes y sus cartelones con la cara de Khruschev. Un día, el presidente de la compañía le pide que cuide a su alocada hija, de visita en la ciudad. ¿Una oportunidad de oro para un ascenso? Eso es lo que a él le gustaría…

Wilder se ríe de todo y de todos, la situación entre las dos grandes potencias, los defectos de una y otra, sus personajes... Un chiste detrás de otro, a un ritmo que te deja sin aliento y que no te permite reír sin perderte el siguiente, una interminable serie de gags, juegos de palabras, guiños históricos (el ayudante de pasado nazi, sensacional). Y otro final perfecto, durante toda la película Coca-Cola, sí, pero al final Pepsi.

Cagney es un prodigio, pletórico, lanzado y exigente en todos y cada uno de sus planos, encarnando la quintaesencia del entrañable capitalista norteamericano. El veterano actor supo captar el vertiginoso ritmo de su personaje y dirigió la acción del film como un director de orquesta que enloquece ante "La danza del sable" de Aram Katchaturian, una pieza musical que, por cierto, sirvió de banda sonora para acentuar aún más el desenfreno de la película.

La comedia perfecta para pasar un buen rato, una película con un guión de locos, un ritmo de locos, unos personajes absolutamente locos y en la que, efectivamente, el espectador se vuelve loco con tanta carcajada.
Juan Marey
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