La saga ‘Cloverfield’ siempre ha caracterizado por un secretismo fuera de lo habitual. Recuerdo cuando la entretenida ‘Monstruoso’ llegó a nuestras pantallas sin que nadie supiese casi nada de ella, algo que en tiempos de internet parecía imposible. Ésta tercera entrega tuvo el pistoletazo de salida nada más terminar la superbowl, con su estreno en Netflix sin que ni un solo tráiler hubiese salido a la luz. Sin duda, una nueva forma de hacer marketing para las películas y un hecho revolucionario que la acompañará para siempre, más allá de su calidad.

Porque sinceramente, ‘The Cloverfield Paradox’ es algo así como un entretenido despiporre espacial. La película tiene muchos defectos y problemas (véase, por ejemplo, el hecho de que sus tripulantes tengan una recuperación ante las heridas y/o balazos digna de Lobezno), pero no se la puede tachar de entretenida.

Siguiendo, un poco, la estela de ‘Hortizonte Final’ (muy superior a esta), los tripulantes de la nave no pararán de sufrir perrerías y actividad paranormal de difícil explicación, atribuyendo todo lo que sucede al acelerador de partículas e intentando homenajear a las anteriores dos entregas de la saga.

Ese es un principal problema de la cinta, que esconde, mediante una subtrama terrestre, una conexión que se ve venir a la legua y que, en mi opinión, sobra por completo. Rompe ritmo y aporta, más bien, poquito si analizas todo lo que ha sucedido.

‘The Cloverfield Paradox’ es la más floja entrega de esta curiosa saga que, a pesar de ser entretenida y tener alguna cosa bastante curiosa, se pierde en giros argumentales y en su propio y alternativo universo.

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