Desde el minuto uno queda claro que no se la podía tomar en serio a pesar de que su trama podría ser el centro de una novela ideada por Agatha Christie se convierte en una sátira divertida y, a ratos, inspiradísima de las películas y novelas de detectives. No faltan los planteamientos rebuscados o los desenlaces variados e inesperados que busquen la sorpresa del espectador.

Un excéntrico millonario reúne en su particular castillo a un grupo, los mejores detectives del mundo, para resolver un asesinato que se llevará a cabo allí mismo, a las doce de la noche. Con un reparto repleto de caras conocidas entre las que destacaría el buen hacer de Alec Guinness como el mayordomo ciego (pero no me olvido de Peter Falk o Peter Sellers), el variado y esperpéntico grupo de sujetos que se da cita para la cena no puede ser más peculiar e identificable para el espectador. Está el detective duro, el matrimonio, la cocinera, la ayudante, el émulo de Poirot… todos cómicos y caricaturizados.

Si bien es cierto, la película arranca a un ritmo tan bueno y divertido, que va perdiendo un poco de fuelle hacia el final, quizás porque en el fondo me hubiera gustado un desenlace con un poquito más de sentido (no digo que no sea correcto, los que la habéis visto me entendéis).

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