Después de todo lo que sucedió en la tercera entrega (el problemático rodaje, Fincher echando pestes sobre su película…) los ejecutivos decidieron dejar dormir la saga un tiempo, tampoco mucho, para volver a convencer a Sigourney Weaver de que traían de vuelta a la Teniente Ripley por, al menos, una última vez.

Eran los años en los que el tema candente era la clonación, aquella famosa oveja Dolly, y saber dónde poner los límites. Así, con esa excusa, nació ‘Alien: Resurrección’, con la que pudimos traer de vuelta al xenomorfo cinematográfico más famoso. Con lo bien que funcionaba la saga a nivel internacional, parecía buena idea que el guión de Joss Whedon lo dirigiese Jean-Pierre Jeunet, que deja su sello en muchas secuencias del film, pero con todo y con eso no deja de ser la secuela más inferior de todas las realizadas hasta la fecha.

El invento, si compras su alocada premisa inicial, puede sostenerse bastante bien durante su interesante arranque, hasta que todo vuelve a ser un más de lo mismo pero con toque europeo. Weaver sigue siendo igual de molona que lo era en las anteriores entregas y hace buen tándem con una Winona Ryder que era muy fan de la saga (sino, no se entendería qué hace metida en esto).

El mayor problema de ‘Alien Resurrección’ es su tercio final, demasiado rebuscado, demasiado enrevesado para mi gusto. Es querer rizar el rizo por encima de tus posibilidades y ahí, es donde la película termina hundiéndose. Flaco favor hace el diseño del “nuevo bicho”, que en ningún momento provoca el terror que original.

Pero, como digo, a pesar de los grandes problemas que se le pueden encontrar al film, es un blockbuster entretenido, que acierta a la hora de planificar personajes y lugares (cosa que no hacía la tercera) y como espectáculo entretenido puede bastar.

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