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Voto de Hitchcock10:
9
Romance. Drama La tercera parte de la trilogía se desarrolla en Grecia. Nueve años después de su segundo encuentro romántico, el destino vuelve a unir las vidas de Celine (Julie Delpy) y Jesse (Ethan Hawke). (FILMAFFINITY)
24 de julio de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Disuadido por mis prejuicios de que se tratara de comedias románticas bobaliconas, no vi "Antes del amanecer" (1995) y "Antes del atardecer" (2004) hasta hace unos meses. Craso error por una parte, y al mismo tiempo, un afortunado acierto al no tener que esperar nueve años para seguir la segunda parte de las andanzas de Jesse y Celine ni otros tantos para disfrutar de "Antes del anochecer" (2013), última entrega de una trilogía llamada a entrar por derecho propio en la lista de las grandes sagas de la historia del cine.

Si "Antes del amanecer" nos mostraba la ingenua fe en los sueños de la veintena y con "Antes del atardecer" buceábamos en las dudas aún llenas de optimismo de la treintena, ahora "Antes del anochecer" aborda la decepción y el desgaste amoroso en la cuarentena, y es por ello más amarga que sus predecesoras. E infinitamente más redonda.

El equipo formado por Linklater, Hawke y Delpy (quienes, además de director y protagonistas, son autores del guión) ha elaborado una película que disecciona con extraordinaria lucidez los avatares de una relación amorosa adulta. Y todo ello rodado con una engañosa sencillez, a través de un estilo cercano al cinéma vérité basado en un lenguaje cinematográfico de exquisita depuración que nos regala largos planos sostenidos (¡portentoso el del viaje en coche al inicio de la cinta!) y dinámicos travellings de seguimiento hacia atrás con los que acompañamos a la pareja en sus paseos por ese luminoso y encantador pueblo griego.

Con todo, el pilar fundamental sobre el que se sustenta la película son los diálogos, ágiles, ingeniosos, inteligentes, auténticos y pronunciados por dos actores en permanente estado de gracia que parecen fundir su propia identidad con la del personaje que interpretan. Por si fuera poco, también los secundarios, inexistentes en las entregas anteriores, brillan con luz propia en sus reflexiones cargadas de espontaneidad sobre la vida y el amor.

Todos estos elementos (el lenguaje cinematográfico, los diálogos, las interpretaciones) provocan indefectiblemente la ansiada identificación de nosotros los espectadores con los conflictos vitales que estamos presenciando. Con mis mayores respetos, ni "El señor de los anillos", ni "Star Wars" ni similares. Esta sí que es una saga épica, en la que se libran guerras existenciales y una conmovedora lucha por mantener viva la esperanza y sacar adelante el amor que tantos factores amenazan con destruir.

Para rematar la faena, un estupendo final que, como la vida misma, nos deja un regusto agridulce. Un "happy ending" al uso habría sido una ñoñería imperdonable, pero igualmente incoherente habría sido un final pesimista por narices, en tanto en cuanto habría traicionado el espíritu de esta tragicomedia en tres actos. Se imponía pues un final realista (si se me permite usar un término tan manido), de matices, de grises, de claroscuros. Sabemos que aún queda un poso de amor y que, de momento, los protagonistas seguirán luchando juntos. Sabemos también que intentarán sortear los obstáculos que se presenten. Y no tenemos ni idea de si lo conseguirán.

Aunque, por supuesto, es imposible mantenerse neutrales y deseamos con todas nuestras fuerzas que logren su propósito porque creer en el triunfo amoroso de Jesse y Celine es creer en nuestro propio triunfo amoroso. Pensando en finales antológicos de historias de (des)amor, se me viene a la cabeza el de la magistral "Te querré siempre". Siendo tan desalentador como el de "Antes del anochecer", la conclusión de la película de Linklater me parece sin embargo aún más potente, ya que no es que intuyamos que esta pareja fue feliz y se amó, sino que hemos sido testigos y vivido plenamente las etapas de ese amor en las dos películas anteriores. Hemos visto evolucionar esta relación, en muchos casos seguramente de forma paralela a la nuestra, y les deseamos a ellos (¡ojalá sea posible!) lo mismo que a nosotros.

En definitiva, es "Antes del anochecer" una obra en la que, como en el mejor Rohmer, parece que no sucede gran cosa, y sin embargo todo está sucediendo, la vida está sucediendo, y los personajes, sin estruendosas tragedias de por medio, ríen, lloran, son felices, sufren, y, fundamentalmente, crecen y aprenden un poco más acerca del sentido de la existencia y de lo que significa madurar. Y, con ellos, nosotros. Ahí es nada.

http://www.ojocritico.com/criticas/antes-del-anochecer-amor-adulto/
Hitchcock10
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