El cazador Sean Mercer [John Wayne] tiene montado un negocio en Tanganica para servir pedidos de animales salvajes a los zoos de medio mundo. En el equipo se integran tiradores especializados, conductores para perseguir las presas en la pradera y para animar la convivencia después del duro trabajo. En el reparto figura la hija de un antiguo cazador, Brabdy, y una fotógrafa profesional, Dallas, enviada por los zoos para reconocer la calidad de la mercancía exportable. El equipo es una pandilla de cachondos que, además de hacer bien su trabajo, se lo pasan de lo lindo. El director introduce discretos lances amorosos pero toda la película es un puro y delicioso safari en la sabana africana a la caza a lazo de la gacela, jirafa, búfalo, rinoceronte, monos que el espectador puede contemplar a su amor en continuos travelings desde los coches de asedio de cazadores. Hay escenas estupendas como el padrinazgo de una cría de elefante, a la que se unen otros dos que hacen las delicias de los espectadores.

Destaca la película por las escenas de caza en la sabana de Tanganica y las fiestas en el pabellón, que pertenecía a unos de los actores de un equipo auténticamente internacional. Buenas fotografías y dirección, aunque a una película de safari no se le pueda pedir un argumento preciosista porque no ha lugar. Realmente el director nos muestra a un grupo de amigos, entre los que no hay un solo roce, haciendo su trabajo y pasándoselo estupendamente. La película es altamente, un canto a la vista y al buen rollo. Las asociaciones animalistas le hubieran puesto de vuelta y media pero en la caza no hay un solo tiro.