June [Cameron Diaz] camino de tomar un avión para asistir a la boda de una hermana en Boston tropieza con Roy [Tom Cruise], de quien se enamora en el avión y mientras va al lavabo a empolvarse el tal Roy, un antiguo agente de la CIA, se ha cargado a los cinco pasajero del vuelo y a los pilotos. Tiene que aterriza de noche en medio de la paradera y empieza una huida sin fin por medio mundo, perseguidos por la CIA y una banda española de traficantes de armas que no dan una en el clavo. Esto les lleva a los más insospechados lugares del mundo mundial, incluidos USA, Inglaterra, Austria y naturalmente España, donde vemos a los perseguidos dando vueltas a toda pastilla alrededor de la Giralda y entrar en la plaza de toros de la Maestranza donde les esperan los mozos pamplonicas confundiendo la velocidad con la manteca. Y más trivialidades que no es necesario relatar.
La película no tiene ni principio ni fin y no hay por dónde cogerla. Está necesitada de un guión en condiciones que sustituya la matraca de unos perseguidos porque llevan una superpila atómica no más grande que las que se venden en las cajas de los supermercados. Cruise es un James Bond sin el atractivo del agente 007. Absolutamente inverosímil, desligada hasta el punto de que el espectador se pregunta a qué vienen las carreras, los tiroteos, los aterrizajes forzados, la huida en tren… Para qué contar. Calamitosa.