De la mano de Gilles Paquet-Brenner ("Lugares oscuros" (2015), "La llave de Sarah" (2010)) nos llegó en 2017 una nueva adaptación de una de las novelas de Agatha Christie, el director francés se asocia con el creador de "Downton Abbey" (2010-15) Julian Fellowes a la hora de adaptar el guion. Un guion que se ciñe por completo a la intriga criminal clásica del "¿Quién lo ha hecho? (aka. "Who done it?")", subgénero cinematográfico por si mismo que siempre ha bebido de las páginas de Christie y Arthur Conan Doyles como principales referencias.

Un subgénero que se caracteriza por reunir a un abanico de personajes en el mismo lugar mientras el detective va entrevistando, investigando y realizando sus pesquisas normalmente dentro de una gran mansión. "La casa torcida" es un gran ejemplo de ello para bien y para mal. Esta vez su argumento no está protagonizado por los dos estandartes indagadores y deductivos de las novelas de Christie (Monsieur Poirot y Miss Marple) sino por un ex policía (Max Irons) que es contratado como detective privado por su ex-amante (Stefanie Martini) para que averigüe en tiempo record quien ha matado a su abuelo antes de que la prensa se haga eco de la noticia... y de que la policía ponga todos los medios en el asunto.

Estamos ante una película realmente fiel y respetuosa con su material original, que se adapta con eficacia a los fotogramas. Pues la trama se va sucediendo siempre con vehemencia y curiosidad. El film posee unos diálogos despiertos y espabilados, y los momentos se dan con un progreso equilibrado y puntual. La cinta pues apenas aburre, y se pasa con gran comodidad. Ahora bien, todos los personajes y sus situaciones se limitan tremendamente a la intriga criminal en cuestión (sin nada más que aportar mas que el hecho de parecer sospechosos o serlo directamente). ¡Vamos, que esto no es "Prisioneros" (2013), "Mystic River" (2003), "Perdida" (2014), "Sospechosos habituales" (1995) o "Adiós pequeña, adiós" (2007)! Pues "La casa torcida" no enriquece sus situaciones con un sentido del humor fresco o unos dramas personales intrincados. No, el film se acota a lo único que pretende que es hacer pasar un rato de distraída evasión... cosa que logra.

Y, si bien estamos ante un guion eficiente pero confinado, la puesta en escena es excelente. Su sombría fotografía se mide con gran pericia en su iluminación. El dechado de decorados interiores y exteriores logra un tono de fábula tenebrosa, de lujos que contrastan con las miserias humanas de sus ricachones... algo que la cámara siempre maneja de forma pertinente ya sea en los planos/contraplanos cerrados o en los planos amplios dinámicos. El vestuario por su parte resulta impecable en todo momento. El reparto también es una virtud del film, una pena que los roles no sean más jugosos para que actores de la talla de Glenn Close, Terence Stamp o Gillian Anderson nos den un mayor despliegue interpretativo (por poner un ejemplo... digamos que Close no puede presumir de estar en "Daños y perjuicios" (2007-12) o "Las amistades peligrosas" (1988), y aquí tiene un rol tan limitado como en su saga de "101 dálmatas"). Aun así realzan un conjunto que lo necesitaba a gritos dada su constricción a nivel de desarrollo argumental.

En fin, es una película que nos invita a ser unos detectives de "cuarto de estar" por hora y media.... pero poco más. "Memento" (2000), "Tesis" (1996) o "El secreto de sus ojos" (2009) ya les adelanto que no es, más bien es un "Gothika" (2003), "Asesinato en el Orient Express" (2017), "Grand Piano" (2013), "Ni una palabra" (2001), "Non Stop" (2014) o "Toda la verdad" (2016). Es tan solo recomendable como entretenimiento leve y momentáneo.