Sorprendente, novedosa, intensa e inteligente; "Interstellar" es una verdadera delicia para los fans de la ciencia-ficción que están de enhorabuena con la llegada del nuevo largometraje de Christopher Nolan (en mi opinión, su mejor trabajo tan solo superado por las dos primeras entregas de su profundo e intricado Batman). "Interstellar" se convierte por méritos propios en uno de los titulares de 2014 y en uno de los estandartes en su género.

Pero antes de ver "Interstellar" y para poder saborearla con el mejor de los gustos, sería recomendable (para poder seguir la trama al 100% sin perderse por su lenguaje) tener conocimientos sobre estos dos asombrosos fenómenos de la astrofísica:

- El agujero negro: Se trata de una región del espacio que posee una masa en una concentración altísima (tan alta que incluso los átomos experimenten cambios inéditos en la Tierra y desconocidos en la práctica por los hombres). La concentración de masa es tan alta que nada (ni otra masa ni energía) puede escapar de su enorme gravedad. Los agujeros negros se producen cuando se da un colapso gravitatorio (cuando una estrella consume su energía y comienza a concentrar su propia masa). Este fenómeno genera a su alrededor un "horizonte de sucesos" (una "frontera" en la que, en el otro lado lo que allí sucede no afecta en absoluto (ni en espacio ni en tiempo) al otro lado fuera del horizonte de sucesos). La existencia de los agujeros negros está comprobada (así como la alteración del tiempo a causa de las fuerzas gravitacionales). Nuestra la Vía Láctea tiene agujeros negros... pero no nuestro Sistema Solar (¡afortunadamente!).

- El agujero de gusano: Este fenómeno, al contrario que los agujeros negros, no está comprobado por la ciencia y se trata más de una teoría matemática que de una teoría física. En teoría los agujeros de gusano pliegan las distancias gracias a una quinta dimensión aportada por la gravedad, pero no está comprobada su existencia. Se basa en conjeturas más que en otra cosa así que no me explayaré en el fenómeno.

Pues bien, "Interstellar" utiliza estos dos fenómenos para relatarnos un asombroso viaje espacial que deja con la boca abierta. Todo comienza cuando la humanidad se encuentra en el futuro con una Tierra prácticamente inhabitable y, cuando todo parece perdido, la NASA descubre que cerca de Saturno ha aparecido un agujero de gusano. A través de él pretende enviar astronautas que exploren posibles planetas habitables. Mientras, los científicos de la NASA seguirán investigando en la Tierra el fenómeno gravitacional para poder enviar sin problemas una mole cargada de personas a ese futuro nuevo planeta.

Si la premisa es interesante, mejor es ver su aun mejor desarrollo... sin ser perfecto por desgracia... pero casi casi. Y digo sin ser perfecto por culpa de un primer tercio del metraje renqueante. La presentación de los personajes y sus situaciones es alongada con exageración (mucho silencio obviable y un excesivo azúcar), redundante de manera molesta (por ejemplo, tanta eterna tormenta de arena no es necesaria para presentarnos el escenario futurista de la Tierra). Lo cierto es que sobra metraje y su primera media hora no está a la altura del resto del film. Así que conviene no dejarnos llevar por el desencanto de su primer tercio, y esperar media hora para toparnos con la novedad y el asombro. Pues, desde el comienzo del viaje al espacio exterior disfrutamos de una gran obra, y el saldo es una cinta sorprendente y obligada.

La ambientación de la exploración futurista sigue la estupenda línea de "Gravity", ya que la narración consigue aunar a su potencia argumental una potencia audiovisual loable. Los efectos visuales son tan realistas como imponentes, el uso de la banda sonora (y de los silencios) en los tensionados viajes es brutal. La verdad es que Nolan imprime un suspense y una intensidad fantásticas realmente insuperables. Simplemente es imposible para el espectador apartar los ojos de "Interstellar" a partir de cierto minuto, pues el metraje atrapa y de qué manera.

Pero su principal atracción y virtud es su guión que, ya no solo describe de manera fenómena un viaje espacial con madurez y poesía (que lo hace) y lleno de meticulosas y cuidadas sorpresas, sino que expone poderosas premisas y desarrollos interesantes e intrincados. Su libreto es tan esforzado que la trama resulta una fascinante enredadera futurista (tampoco es algo que el cine de Nolan no acostumbre a hacer, pero esta vez este estudiado "cacao mental" que de nuevo nos lega es el mejor configurado y cerrado que Nolan ha escrito hasta la fecha), su escalofriante historia y su atrapante desarrollo absorben sin remedio.

Lo que no hace que "Interstellar" sea obra maestra es su decepcionante primer tercio, sus minutos de babas y melodrama ramplón, su fotografía en algunos puntos (no digo que la ambientación no sea del todo inmersiva e impactante, pero su estética no es memorable ni única... ¡vamos!, ¡que esto no es Matrix!) y unas interpretaciones que, si bien resultan naturales no tienen un carisma que nos traspase al alma (y esto se nota demasiado en su protagonista: un Matthew McConaughey correcto pero nunca brillante, cercano y carismático. Aunque el actor haya conseguido demostrar que no solo sirve para las comedias románticas y que sabe actuar en el drama (teniendo su culmen interpretativo en "Dallas Buyers Club")... no es un DeNiro y no todos sus trabajos son "Dallas Buyers Club").

Pero, aunque no sea el culmen del género por culpa de algunos tropiezos, "Interstellar" se convierte en un film de culto instantáneo que deja al espectador absorto y meditabundo no solo durante el visionado sino también después de él. La sensación tras ver "Interstellar" es la sensación de haber visto un buena película: de gran sustancia, de argumento impresionante y bien cerrada. Su potente guión es imposible que deje indiferente a alguien.

Lo mejor: Su guión, su guión, su guión...