Divertida, elegante y más que eficaz parodia sobre la mafia y esos capos de punta en blanco con una moralidad tan inadecuada como (en este caso) estrambótica. La diversión de la cinta se basa fundamentalmente en una buena dosis de diálogos y situaciones tan absurdas y ridículas como ingeniosas y descacharrantes. Su humor nunca cae en la soez cansina e irracional, y sin embargo regala diálogos tronchantes fruto de la parodia a las tradiciones mafiosas ridículas (inolvidable la ristra de excéntricos mafiosos) y, sobre todo, por el choque entre dos personajes: el singular y trasnochado mafioso, y el corriente y políticamente correcto psicólogo. Pues sí, a pesar de forjar cierta comunicación, el primitivo y especial mafioso no entiende al doctor y viceversa (dejando por ello a su paso una ristra de diálogos de mutua incomprensión simplemente tronchantes).

Afortunadamente el film no es una sucesión sin coherencia de gags y chascarrillos. La clásica trama de enredo quizás flojee en sus primeros minutos pero, una vez toma ritmo, progresa con una agradable energía.

Lo cierto es que la trama principal es entretenida... pero irrelevante. Es de esas películas que va engrandeciéndose poco a poco, un film de esos en los que una no se espera gran cosa pasados los primeros minutos... pero que al llegar a la primera carcajada se empieza a pensar que la cosa vale la pena, a la segunda carcajada ya se piensa que se está viendo una buena comedia... y a la tercera carcajada no se puede evitar fascinación y una sonrisa de oreja a oreja para el resto del metraje que ya ha cogido un buen ritmo.

DeNiro además engrandece el film riéndose de su "Padrino" de forma desenfadada y estrafalaria pero totalmente atinada con graciosos registros que, apunto, se me quedarán en la memoria por mucho tiempo. Que Robert DeNiro es un gran actor ya lo sabíamos y por eso, el que resulte un magnífico e inimitable actor cómico con una presencia única en el remate de su carrera no me sorprende... pero tampoco está de más decir que cumple de forma solvente con un jocoso personaje envuelto en una historia de lo más burlesca y chistosa sobre la mafia.

Mención especial también al secundario Viterelli que se come la panalla con su tontorrón y malvado bonachón sicario.

No es ninguna obra maestra, pero para pasar un rato divertido y (a ratos) estruendoso, no está nada mal. Se agradece contemplar como aquí no solo la mafia se lo pasa teta piruleta (que si fiestuqui por aquí, que si tonta intimidación por allá), sino que nosotros nos lo pasamos aun mejor observándoles.

Lo mejor: Los diálogos...