Alex Proyas aquel prometedor director de la primera entrega de El cuervo y posteriormente Dark City, nos ofrece aquí, a ratos una entretenida película de enigmas que ocultan un posible fin del mundo, y a ratos una película de catástrofes al uso que firmaría el mismísimo Roland Emmerich.
El director esta claramente influenciado por el gran estudio, sesgando cualquier atisbo de originalidad. La verdad es que el comienzo de la película no deja de ser interesante pero, deja de serlo cuando aparecen esos seres de otro planeta que vienen a salvarnos de los peligros venideros. Lo peor es ese final imposible que parece un panfleto propagandístico de la iglesia de la cienciología. Realmente inverosímil. Y la claro está, como se trata de una película de gran presupuesto hay que justificarlo llenando el metraje de explosiones y olas gigantescas arrasando todo aquello que se pone por delante.
En definitiva, lo que podría haber sido una correcta película sobre el fin del mundo y un entretenido thriller, acaba por desesperar al espectador al menos al que esto suscribe.