"Los limites de mi lenguaje son los limites de mi mundo." (Ludwig Wittgenstein, Tratactus logico-philosophicus)

Los primeros minutos de Arrival son de una belleza notable, planos sutiles, serenos y elegantes. El acontecimiento que empiezan a narrar todos las televisiones parece discurrir en un segundo plano, como si el drama que está a punto de ocurrir corriera paralelo a la protagonista. En esto sentido, estos primeros instantes de la película me recuerdan a la reciente Son of Saul, salvando las distancias.

La historia avanza de una manera fluida y constante. Dennis Villeneuve maneja perfectamente la tensión a través de un tono ni demasiado alto ni demasiado bajo. La atmósfera creada por la cuidada puesta en escena, la transición de los planos y la excelente y extraña música de Jóhann Jóhannsson logran una inmersión total del espectador.

Pero lo mejor de la película es la emoción que transmiten las imagenes y los personajes. Amy Adams está realmente fantástica y Jeremy Renner suma desde la ausencia de estridencia. Villeneuve no ha filmado una cinta de ciencia ficción aunque sí hay extraterrestres y naves espaciales medioambientalmente sostenibles. Es la historia de de la aceptación de una ausencia.

En este sentido la película está llena de simbolismo y filosofía. El lenguaje, la semiótica, como manera de comunicarse con los muertos. El pájaro como representación del alma. Las naves (casi monolitos) como un inmenso puzzle psicológico. La comunicación y la cooperación como única manera de superar la pérdida. El presente cómo la única herramienta en la que podemos actuar para modificar (o no) el futuro.

Arrival es una película destinada a perdurar y un paso de gigante en la carrera de Dennis Villeneuve. Si vemos más allá de su género, nos encontraremos con una profunda reflexión sobre las maravillosas capacidades del ser humano en un mundo hiperconectado.