Flipando me quede después de verla por 3 vez. Y es que sin ser una obra maestra ni tener intenciones de serlo, esconde algo mágico que te deja k.o. en el sofá viendo la película. Esa magia la trae Sam Rockwell, que combinado con la frescura de Mischa Barton cuando era joven y todavía conservaba la cordura y la forma de hablar de dicha joven, como si de una fábula se tratara, te atrapa.

Bien, se trata de una dura crítica a la sociedad adinerada. Vemos como una chica de 10 años (creo) huye del mundo irreal construido por sus padres y el barrio residencial donde vive, para conocer a la única persona real que vive en aquella zona, el jardinero, sin un duro, sin familia, sin nada más que una jodida máquina de césped.
Y el trato que recibe dicho jardinero por los putos prepotentes de la zona, es asqueroso. Me hace vomitar y tener ganas de hincharlos a ostias a todos.
Luego claro, como la niña pasa tanto tiempo con el pobre, pues esto ya no les cuadra. Venga ya, que os den. Hoy en día estamos igual, no lo neguéis...

Pero, en definitiva, Sam Rockwell convierte un relato convencional, un tema visto ya muchas veces, en una película imprescindible en mi videoteca.