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España España · Logroño
Voto de Angela:
9
Comedia Época de la Guerra Fría. C.R. MacNamara, representante de una multinacional de refrescos en Berlín Occidental, hace tiempo que proyecta introducir su marca en la URSS. Sin embargo, en contra de sus deseos, lo que su jefe le encarga es cuidar de su hija Scarlett, que está a punto de llegar a Berlín. Se trata de una díscola y alocada joven de dieciocho años, que ya ha estado prometida cuatro veces. Pero lo peor es que, eludiendo la ... [+]
15 de mayo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la primera escena de la película Billy Wilder nos presenta la puerta de Brandenburgo como principal foco de la escena, seguido de primeros planos de huelgas en el Berlín comunista y bandas publicitarias de Coca Cola. Con esto, nos situamos en el ojo del ciclón, del que emerge la trama de la película.

Así conocemos a un empresario excéntrico que dirige la sucursal de Coca cola en Berlín occidental y que, para congraciarse el favor de su jefe, acepta alojar a su díscola hija de 17 años durante las semanas que estará de visita. Pero estas dos semanas se convierten en meses y comienzan los problemas para MacNamara, que deberá aprender a lidiar con las manías de la joven para satisfacer a su padre y conseguir su ansiado traslado a Londres.

De esta forma “Uno, dos, tres” se convierte en una sátira contemporánea que, ambientada en la Guerra Fría, está cargada de un sarcasmo subliminal que no deja impune a ninguno: nazismo, comunismo, capitalismo… Una comedia rápida y arrolladora que no permite margen para pestañear. Es una obra repleta de guiños, en un pulso frenético, a una Alemania que intenta sanar, al servilismo, travestismo, espionaje, falsificación de identidad y, por supuesto, la disputa entre capitalismo y comunismo. No podemos olvidar que este film rebate la sociedad de la época, y como tal refleja la visión más radical del mundo capitalista que quedó reforzado tras la victoria en la Guerra Fría. Así, utiliza a una de las principales empresas del mundo actual, Coca Cola, para ilustrar el ansia de poder y control de las entidades capitalistas, que soñaban incluso con franquear las fronteras del comunismo para el crecimiento de su negocio. Como tal la película expone, como su principal tesis, la egolatría del capitalismo.

La sublime obra de Billy Wilder deja sin embargo espacio para una joya más, porque la actuación de James Cagney no podía ser calificada de otra forma. Con chocantes y vertiginosos diálogos, la aparición de Cagney en la película augura las mejores escenas. Aunque tampoco podemos obviar la actuación de Pamela Tiffin.

En cuanto al personaje de James Cagney, el empresario McNamara, nos enseña tres lecciones vitales como hombre de negocios. La primera es la necesidad de adaptarse rápidamente a las circunstancias, siendo una persona resolutiva. Además, no pierde la ambición a pesar de haber fracasado y siempre tiene un plan para conseguir llegar a donde quiere. McNamara sabe adaptarse a cualquier situación y, si hace falta, dar un giro de 180º grados para que las circunstancias sirvan a sus objetivos. Sin embargo, este ladino empresario también tiene sus debilidades. No sabe compaginar la vida familiar con el trabajo. Engaña a su esposa e ignora a sus hijos y sólo parece preocuparse por sus negocios.

Para más inri, la película ha sido rodada en exteriores de Berlín y Munich y en los platós de Bavaria Studios (Alemania), lo cual ofrece imágenes verídicas de las condiciones de vida en el Berlín este. Por tanto, teniendo en cuenta que la grabación se ejecutó en plena construcción del muro de Berlín, no debió suponer una tarea fácil para el equipo.

Esta película de Wilder es, en definitiva, una sarta de los estereotipos capitalista y comunista, que juega con personajes muy caracterizados buscando denunciar los puntos débiles de la familia americana, el afán de riqueza y ascenso social, y ridiculizar la aristocracia. Además, no olvida citas cultas a Shakespeare o cinéfilas (“Lo que el viento se llevó”, “Espartaco”). Concluyendo, una obra de arte que se mueve al frenético compás de la “Danza del Sable” o El vuelo del abejorro.
Angela
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