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Voto de Pedro Triguero_Lizana:
6
Bélico En el invierno de 1942, a las afueras de la ciudad de Stalingrado, un contingente de soldados alemanes se ve sorprendido por una ofensiva enemiga. Las tropas alemanas dirigidas por el general Van Paulus entablan encarnizados combates, pero ven como poco a poco las tropas soviéticas van cercándoles. Los enfrentamientos se suceden mientras soldados y oficiales viven su propio infierno personal. (FILMAFFINITY)
22 de noviembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La batalla de Stalingrado no es cualquier batalla: según la Wikipedia, fue la más sangrienta de la Historia -en ella perdieron la vida más de dos millones de personas, entre militares y civiles, según la misma fuente; por cierto, una de esas bajas fue el hijo de la política española Dolores Ibárruri, "La Pasionaria"- y marcó un decisivo punto de inflexión en el frente europeo oriental y en toda la guerra en Europa, de modo que, a partir de la derrota alemana en esta batalla tan crucial, el Tercer Reich empezó a retroceder ante la URSS y ante los demás países aliados, y ya no mostró la capacidad ofensiva que tenía hasta entonces.

La película de Wisbar describe esta carnicería mezclando personajes de ficción, como el de Joachim Hansen, con personajes históricos, como el del General Von Paulus o el mismísimo Adolf Hitler. El resultado es una historia que igualmente mezcla la ficción con imágenes documentales y que resulta adecuadamente antinazi y pacifista, y en cierto modo destinada a exculpar a la sociedad alemana de la tragedia y del desastre: los soldados alemanes son unos valientes, pero nada pueden hacer frente a unos mandos cobardes (el personaje de Wolfgang Preiss) y frente a la obediencia ciega a las órdenes absurdas y equivocadas de un loco (Hitler).

En suma, este film no sólo servía -como, posiblemente, todo el cine bélico sobre la Segunda Guerra Mundial hecho en la RFA durante los años 50- para lamerse las heridas, sino también para eludir la culpa y la responsabilidad colectiva de un pueblo, el alemán, que, si marchó a la guerra, invadiendo casi toda Europa, no fue porque estuviera hipnotizado, drogado o engañado, sino porque adoraba a Hitler y necesitaba obedecer a un líder mesiánico y carismático con el que no era necesario pensar, razonar, ni tener conciencia de lo que estaba bien o mal.
Pedro Triguero_Lizana
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