La quinta temporada de esta serie está ambientada y rodada en Alemania. La serie sigue manteniendo la calidad presente en las anteriores temporadas, guardando un delicado equilibrio entre la imaginación de la ficción y las continuas referencias a la política internacional, haciéndose referencia a la guerra civil siria y sobre todo al terrorismo "yihadista" en Europa. Los temas que se plantean son importantes, y la forma en que se plantean sigue siendo brillante. La revelación principal de esta quinta temporada es la actriz Miranda Otto, que compone un personaje de "mala" tan carismático como creíble.


La sexta temporada hace muy visible la doble relación de mentor-discípulo entre Saul Berenson y Carrie Mathison, por un lado, y Dar Adal y Peter Quinn, por el otro. Cualquier intento de didactismo, o de explicación clara, se sacrifican al suspense, a la emoción, al giro de guión y a la sorpresa, como si los guionistas temieran siempre que la trama perdiese interés para el espectador. No ocurre así, pero por el camino se pierde cierta sensación de verosimilitud, en beneficio de una acción "peliculera" y espectacular. El título del último episodio, "America First", recuerda demasiado a Donald Trump como para que sea una casualidad.