Después de que, como un buen entomólogo, capte las formas de la mariposa, Víctor le devuelve la libertad y el insecto describe un movimiento que parece ser su propio deseo y el aliento primordial de la película. Porque si esta es la imagen de la libertad, lo siguiente que descubrimos es justo lo contrario y es que el chico tiene que casarse por conveniencia. En ese contexto conservador no es de extrañar que acabe finalmente en el mundo de los muertos y de que incluso quiera renunciar a su vida y quedarse para siempre allí. Lo curioso es que para ello tenga de nuevo que casarse involuntariamente. A la postre pensar en el matrimonio romántico, como él mismo dice es una <tontería>, ¿o no lo dice? Y es que en el fondo Víctor ha tenido mucha suerte, pues aunque él no piensa en el matrimonio y se casaría simplemente por contentar a sus padres y mantener las apariencias, lo cierto es que, las dos bodas que se pertrechan son de su completo agrado pues a la postre se consumarían con dos seres buenos, dulces y sensibles, como lo son Victoria y Emily. Yo creo que a Víctor no le importaría quedarse con las dos y al mismo tiempo ¿quiere a alguna? En este punto hecho en falta conocer un poco más a cada uno de los tres personajes principales, pero supongo que esto es algo que no le podemos pedir a una película cuyos personajes, a la postre son arquetipos y no personas. La presentación de Emily es colosal, un delirio visual que por su tratamiento rompe incluso los moldes de la propia parodia de las cadenas del matrimonio.