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España España · Santander
Voto de Juan Pini:
10
Drama La Última Orden se inspira en una historia supuestamente real, que se atribuye a Ernst Lubitsch. Su protagonista es un aristócrata zarista arruinado que, tras la Revolución Soviética, acaba recalando en Hollywood, donde trabaja como extra en una película que narra los convulsos días de la Revolución de 1917, y en la que encarna a un personaje cuya vida es idéntica a la suya. Esta extraña e insólita situación hace que afloren a su ... [+]
5 de octubre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si nos sustraemos a las píldoras de propaganda anticomunista (bastante livianas y compensadas por un grotesco retrato del zarismo) y a algún que otro tic melodramático, probablemente nos encontremos ante una de las visiones más conmovedoras sobre cómo la llegada de un nuevo ciclo histórico deja inevitablemente atrás a los protagonistas del ciclo anterior. En este caso es un general, primo de Nicolás II, que huye in extremis de Rusia tras el triunfo de los bolcheviques (que como mandan los cánones son una horda de borrachos de gatillo fácil). Toda una lección de justicia poética donde el otrora todopoderoso aristócrata se convierte en un militar de opereta en Hollywood, a las órdenes de uno de los revolucionarios a los que perseguía en Rusia, quien sí ha sabido adaptarse a las nuevas circunstancias como director de cine. La actuación soberbia de Emil Jannings hace el resto (fantásticos sus cambios de registro interpretando al altivo general y al anciano derrotado y empobrecido). Los “diálogos” (no olvidemos que es cine mudo) no se quedan atrás y algunos de ellos tienen la capacidad de compendiar todo el filme en una frase, como cuando el ayudante de dirección desdeña la opinión del ex general zarista sobre dónde se coloca una condecoración en el uniforme, con el irrefutable argumento de que él ha rodado más de veinte películas sobre Rusia. En otra escena vemos al “ejército” de figurantes desfilando marcialmente hacia el estudio de rodaje bajo la vigilancia de un empleado de Hollywood; entonces entendemos con amargura quién gana siempre, con revoluciones o sin ellas. Muy buena.
Juan Pini
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