Narrada en clave de road movie tenemos una película entretenida en base a la parte de la historia que trata sobre la huida de Las Vegas a la que se ve obligado Jack Hayes (Jared Leto), al ser sorprendido por un mafioso local tirándose a su mujer cuando debería estar limpiando la piscina que es para lo que le pagaba (mas que lamentar los cuernos, sentía perder a un tipo que realmente le dejaba la piscina como nadie lo había hecho hasta la fecha, lista para un buen baño), huida a la que se suma tanto por amistad (aunque no alude en ningún momento a relación amorosa entre ellos, las miraditas y tal dejan entrever que bien pudiera ser) como para buscar a una chica del instituto por la que sigue colgado, Pilot Kelson (Jake Gyllenhaal), su amigo de la infancia y dealer a pequeña escala para Scawldy (Jeremy Piven), un distribuidor local de todo tipo de drogas y mas colgado que una paraguaya (es inevitable haga lo que haga, y más si sale soltando un monologo de colgado, recordar a su “Ari Gold” de “Entourage”), huida durante la que conocen Cassie (Selma Blair), una chica a la que defienden cuando un tipo que la había recogido haciendo auto stop la intentaba forzar.
Hasta aquí la cosa no pinta mal y a partir de aquí tampoco es que se convierta en un castañazo, pero, a mi juicio, el rollo Jack Kerouac, chamanico y tal, a cargo de Johnny the Fox (un patético e imposible John C. McGinley que da vergüenza ajena verle a su edad hacer el canelo de esa forma) y la inclusión de la muerte de Kurt Cobain en plan oportunista disfrazado de sentido homenaje, lastra lo que hasta entonces había sido una película medianamente interesante y la convierte en una “Generation X Explotation”.