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España España · Castellón de la Plana
Voto de mnemea:
5
Comedia. Drama Melinda (Radha Mitchell) sufre dos crisis completamente diferentes que dan lugar a situaciones cómicas y dramáticas, que sirven para abordar las cuestiones recurrentes del cine de Allen: la fragilidad del amor, la infidelidad dentro del matrimonio, el romance sofisticado, la incomunicación. (FILMAFFINITY)
25 de abril de 2009
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se abre el telón, cuatro personas sentadas en un restaurante frente a cuatro copas de vino, debatiendo sobre si la vida es trágica o cómica y cuál de ambas se basa en la otra. Por supuesto de un vistazo sabes que esa conversación nunca tendrá ese toque añadido de clase o sofisticación si surgiese de tus labios por sentir que tu nivel adquisitivo no es equiparable al de los allí presentes.

Se cierra el telón.

Se vuelve a abrir el telón, Melinda I La Desquiciada sale a escena, generando unos debates que por supuesto sabes que si surgieran de tus labios te mirarían con espanto, por eso de no tener sentido que de forma espontánea y sin un motivo inicial sepas introducir a cada momento complejos estados de ánimo y análisis fundamentalistas de lo que es la vida, la inteligencia, el amor o el sentido realista de lo común. Unas copas de vino para ambientarlo.

Se cierra el telón.

Cansinamente su vuelve a alzar el telón. Melinda II La Falsa Risueña aparece en escena, generando una situaciones payasísticas por parte del cómico de turno que por supuesto sabes que no cometerás por no no-follar con un futuro director de cine que organiza cenas para sacar dos millones... de lo que sea para... lo que haga falta. Todo regado con buen vino.

Se cierra el telón.

Un momento, si estos chiste siempre acaban con una pregunta: ¿quién es el director de la película?

Espera otra vez... si yo no sé contar chistes... ¿a quién le habrá hecho gracia esto que estoy contando? Pues eso, aún estoy esperando, las risas claro... Porque entiendo el humor de Woody Allen, comprendo el riesgo de la dualidad de la historia, es más, imagino su fascinación al crear esta doble moral en la que todo depende de quién cuente la trama. Pero aunque lo intente, no consigo meterme de lleno en el ojo del huracán y lo que al mundo le fascina, a mi me hace suspirar con la vista hacia al techo, y bajar la cabeza sólo para mirar la hora en el reloj que no llevo nunca puesto.

Y esta vez ni siquiera mi amigo imaginario quiso ver la película conmigo, yo que le quería explicar que las copas de vino, cuanto más grandes, más placer proporcionan.
mnemea
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