Woody Allen vuelve a la esencia de su cine, su filosofía eterna, su esencia de la vida.
La vida, la muerte, Dios, el amor, el deseo, la infidelidad…entremezcladas entre la comedia y el drama, ¿qué es mejor, la risa o la lágrima?, ¿cuál de ellas te toca y se acerca más a la esencia del hombre?
Allen siempre se ha movido entre los dos mundos, la comedia siempre ha sido su plato fuerte pero sus dramas se centran en la esencia de sus comedias.

Con Melinda y Melinda ha querido centrarse en este problema que he planteado anteriormente y que Allen muestra al principio de su película.
Un mismo personaje, una misma historia contada de dos modos diferentes, muy buena idea pero…no le sale como pensaba, le falta chispa tanto al drama como a la comedia.

Melinda y Melinda es una ingeniosa película que muestra una vez más lo mejor del director pero no acaba de funcionar en mi opinión, todo lo relacionado a las actuaciones, ambientación, diálogos, todo es muy bueno, la filosofía interna que encierra la historia es formidable, una auténtica bomba de relojería pero…no explota como debería haberlo hecho.

Fue una película que vi hace años y no me acabó de convencer aunque me entretuvo sin problema, la semana pasada me la puse otra vez para intentarla encajar pero me volvió a costar, ayer la vi una vez más y me gustó pero es cierto que no me ha sido fácil de digerir y es extraño porque soy un gran fan de Allen y su cine me fascina, pero esta cinta no me acaba de encajar a pesar de que tiene todos los ingredientes del maestro.

Lo que más me gusta es la ambientación, mezcla esas calles de la Manhattan profunda con esos apartamentos tan peculiares, sus gentes…tan reales que dan miedo, lo dicho, tiene lo mejor del maestro…pero no me convence como en sus otras películas, es ingenioso, a veces divertido, sus dramas me gustan pero aquí…todo se queda a medio camino.

Quizás en una par de años acabe convenciéndome, ya veremos, si es así volveré a escribir esta crítica.