Pero para hacer más sangre citaré que los 11 oscars de "El retorno del rey" y de "Ben-Hur" son mucho más inmerecidos que los de "Titanic". Ya me he quedao a gusto diciendo eso. No hay mucho más que decir, a "Titanic" se la podría considerar con un monumento al ego de James Cameron, buen director de películas de acción que aquí hizo una historia pastelosa de amor que no le pegaba para nada. Y aún así que conste que "Titanic" con todos sus defectos, me parece una buena película, técnicamente apabullante (los oscars técnicos, eso sí, son muy merecidos), dando la fama a la magnífica Kate Winslet y al injustamente menospreciado, precisamente por esta interpretación, Leonardo DiCaprio y haciendo que tuvieramos que soportar durante mucho tiempo a la maldita Céline Dion y su cancioncita.

La historia de amor, como a mucha gente, me aburre ligeramente aunque la puedo seguir sin tener que quitarla o pasarla hacía delante con el mando del dvd y aún así tiene cosas que me parecen aceptables. El final con todo lo del iceberg es apabullante y magnifícamente rodado. No es ningún secreto que cuando Cameron se pone manos a la obra con ese tipo de escenas da lo mejor de sí. No hay mucho más que decir de ella, salvo que Billy Zane sería olvidado para ser resucitado por el actual mejor director de la historia, Mr. Uwe Boll y que también será recordada por ese capítulo de "Los Simpson" donde Homer llama a la viejecita de la película diciéndole: "Me aburre". Esa viejecita que a tanta gente le ha dado ganas de ahorcarla (incluso más que a Orlando Bloom").

Oscars técnicos merecidos, los más importantes no. "L.A. Confidential" pagó los platos rotos de este monumento al ego de James Cameron. Aunque si a otros como a Steven Spielberg se lo permítimos, porque a James Cameron no.