Mucho menos explícito en su título original (“El hijo de Rosemary), el film parece comenzar de una forma bastante convencional: una joven pareja de recien casados Guy (Nick Casavettes) y Rosemary (Mia Farrow), recien instalados en un edificio y con planes para ampliar la familia a la mayor brevedad. Polansky rueda prácticamente todo el film en interiores, procurando que la puesta en escena sea capaz de transmitir la sensación de misterio y al mismo tiempo de opresión. Pero estas sensaciones son filtradas de forma subjetiva a través de Rosemary, que es el personaje sobre el que gira todo el film, la cual vivirá extrañas esperiencias con todo lo que la rodea, desde el comportamiento de su marido, a los "extraños" (para ella) vecinos, incluso con el edficio donde viven (que por cierto es el Dakota, más tarde conocido por ser el lugar donde murió asesinado John Lennon.
El director planifica el film desde el misterio que parece rodear a Rosemary y las circuntancias de su vida cotidiana e incluso de su concepción, y posterior embarazo insinuando sin acabar de mostrar nada, manteniendo la ambiguedad y la incertidumbre hasta el final del film, de forma que el espectador se mantiene en vilo, mientras ve como padece Rosemary con las mismas dudas e incertidumbres. A ello ayuda la citada puesta en escena que consigue transmitir una atmósfera opresiva, onírica a veces, con mucha inquietud, y desasosiego, manteniendo un clima de sospecha permanente hasta el final del film. Aunque considerado estrictamente no se trata de un film de terror, al uso, los recursos estilíticos utilizados por Polansky dieron pie a posteriores aportaciones ya metidas en el terreno del terror.
El gran acierto de Polansky es por un lado el de mantener la tensión sin necesidad de enseñar nada, sin trucos, ni sangre, al contrario, ocultando y manteniendo en todo momento una postura de ambiguedad hasta el excelentemente bien resuelto final del film, y por el otro ser capaz de transmitir todo esto a través del personaje de Rosemary, ya que, no olvidemos que lo que vemos en el film en prácticamente todo momento es la mirada de ella.
En este sentido el trabajo de interpretación de Mia Farrow es excelente, siendo capaz de transmitir todo un abanico de emociones que van de la fragilidad al miedo de una forma totalmente creible lo que beneficia enormente al film. Así como el resto de personajes que la rodean, y con los que mantiene esa sensación de misterio permanente, lo que demuestra la excelente dirección de actores realizada por el director en este film, totalmente necesarios para conseguir transmitir la atmósfera del mismo. Sobre este film, como casi todos los films de terror, circulan múltiples leyendas urbanas, sin embargo, lo cierto es que ha alcanzado el estatus de leyenda del cine.