Dirigido por un prácticamente desconocido Nicholas Jarecki, el film nos presenta a Miller (Richard Gere) un hombre de negocios que parece tenerlo todo: dinero, mujer (Susan Sarandon), una familia que le arropa y le quiere, nietos y además está a punto de vender la sociedad financiera que dirige para acogerse a un cómodo retiro. Sin embargo, en este film, nada es lo que parece. Tras la excelente estampa familiar de Miller, le sigue el lujoso apartamento de su amante (Laetitia Casta) al que se escabulle inmediatamente. Y para colmo un accidente puede poner en peligro sus planes de futuro.

Jarecki construye un film sobrio, que gira alrededor de la figura de Gere, el cual interpreta con solvencia a un personaje del mundo de las finanzas, que no por conocer su lado más humano dejamos de ver su otra faceta profesional. En los tiempos que corren es difícil empatizar con alguien relacionado con la banca y el dinero. Jarecki y sus guionistas cuentan con ello a la hora de narrarnos las maniobras del protagonista para salir del embrollo en el que se ha metido. En este sentido, cuesta encontrar un personaje realmente "puro" en este film, no sólo por los manejos al más alto nivel entre banqueros y financieros, sino que las fuerzas del orden no acaban de salir muy bien retratadas, y menos con los métodos empleados por el oficial de policía Bryer (Tim Roth) para intentar cazar al pez gordo. Una actitud que parece tener más que ver con el deseo de hacerle caer del pedestal que con hacer justicia. Quizás el joven Jimmy Grant es el único que actúa desinteresadamente sin esperar nada a cambio, y curiosamente es el que más expuesto acaba.

Por todo esto, el film que nos ofrece Nicholas Jarecki, sin dejar de ser un "thriller" convencional, se eleva por encima de la media, no tanto por buscar giros de guión efectistas, sino que más bien por todo lo contrario. Es decir, por seguir una línea más realista, menos condescendiente con sus protagonistas a los cuales les muestra dentro de un mundo de apariencias en el que para sobrevivir deben saber utilizar bien sus cartas. Y desde luego no cabe duda que Miller es un gran jugador. Otra cosa es el precio que acaba pagando. Nada más revelador ni más hueco que la última escena del film que supone un buen colofón a una historia que bien podría haber salido de alguna novela negra, que destila bastante pesimismo y rodada de forma eficiente por Jarecki. No es que sea una obra maestra pero se agradece que el film tenga algo de sustancia y sea consecuente con lo que nos está contando.