El realizador germano F. W. Murnau, sin proponérselo iba a ser el primero en la historia del cine en rodar una película sobre el célebre vampiro Drácula. Aunque en esta película tome el nombre de Conde Orlock. Sin embargo el desarrollo de la historia no iba a dejar lugar a dudas y la sombra de Stoker planea sobre todo el film, aunque Murnau aprovechó todos los recursos estilísticos del expresionismo alemán para realizar una película cargada de simbolismo y rica en matices.

El director caracterizó al vampiro con ropajes oscuros que resaltaban con una piel totalmente blanca (que incluso en una película en blanco y negro resalta), con unas manos en forma de garras, los colmillos, una cara casi deformada, lo que le confiere al conjunto un aspecto horrible, sin necesidad de sobresaltos fáciles. Por otro lado Murnau captó fenomenalmente bien la carga simbólica del relato de Stoker y realizó un film donde más que el terror el verdadero tema es el amor y el sacrificio por la persona amada (algo que luego repescaria en parte Coppola para su propio Drácula).

Llena de escenas que ya forman parte de la historia del cine, todavía recordadas a pesar del tiempo transcurrido, Murnau nos ofrece la primera y una de las mejores versiones que se han realizado nunca sobre la figura del vampiro, y también la que tiene una mayor carga trágica.