Tras asombrar a crítica y público con la estupenda "American Beauty", el director Sam Mendes acometía una película con muchos más medios y moviéndose en un registro diferente. En este caso la historia trata del mundo de la mafia en los años 30. Allí está ambientada esta historia de venganza y asesinatos. Basada en un cómic de Max Allan Collins y Richard Piers Rayne, el film está contado desde el punto de vista de un niño, Michael Sullivan, cuyo padre (interpretado por Tom Hanks) trabaja para el jefe mafioso John Rooney (Paul Newman), pero que debido a una indiscreción del pequeño Michael, su padre deberá elegir entre su familia verdadera y la "postiza" (los mafiosos, se entiende).

El trabajo de Sam Mendes en el apartado técnico y estético es genial, aprovechando ideas del original para mostrar una puesta en escena que sin olvidarse de los convencionalismos que se le suponen a una película de gangsters, explora nuevas vías llenas de matices. El trabajo de fotografía y puesta en escena es realmente soberbio, y perfectamente creible, con unos paisajes sombríos, una peculiar utlización de la lluvía, y una imagen del mundo de los años 30 realmente diferente y original, que no renuncia a su orígen. Por otro lado Mendes demuestra no sólo saber elegir a la hora de establecer el reparto sino también una excelente dirección de actores, con un Tom Hanks enfundado en un personaje bien diferente de los que nos tiene acostumbrados, pero que consigue hacerlo totalmente suyo, y aunque prácticamente es el protagonista absoluto (junto con el joven Tyler Hoechlin), está rodeado de unos estupendos secundarios, encabezados por el veterano Paul Newman, pero sin olvidarse de Jude Law (impresionante su caracterización del peculiar asesino Maguire), Jennifer Jason Leight o un entonces casi desconocido Daniel Craig.

Mendes otorga peso específico (y dramático) a cada uno de los miembros del reparto, gracias a un excelente guión, en el que el peso del film es repartido por los diferentes personajes, todos ellos subordinados al personaje de Tom Hanks, como eje principal sobre el que pivota la historia, mientras que su hijo ejerce las veces de narrador, lo que le otorga al film una consistencia más que aceptable. Quizás el único pero que se le puede achacar a este film sea su visión un tanto almibarada, aunque por otra parte lógica, ya que el narrador es un niño, por lo que Mendes aplica su punto de vista a lo que nos cuenta con todas las consecuencias: una historia que no tiene más que lo que vemos, un tanto plana y que contiene todos los tópicos del género.

Esto no empaña el excelente trabajo técnico del film, aunque sí que es cierto que acaba teniendo mucha más importancia, y se le acaba valorando más por ello que el aspecto más puramente dramático de la película.