Película dirigida por Guillaume Nicloux, adaptando una obra de Jean Christophe Grangé, que viene a ser para el cine francés una fuente muy productiva de historias y argumentos (ya se han llevado a la gran pantalla obras como "El imperio de los lobos", y las dos entregas de "Los rios de color púrpura"). Las historias de Grangé le vienen muy bien al moderno cine francés para competir con producciones norteamericanas.

El film se centra en Laura Siprien (Monica Bellucci), una intérprete que decide adoptar a un niño en Mogolia, pero con la mala fortuna que precisamente ese niño es el elegido para una especie de ritual por el que tiene que pasar cuando cumpla siete años. El director va desmadejando la trama a medida que las pesquisas de Siprien la van conduciendo a la verdad. El director no disimula en absoluto una producción realizada a imagen y semejanza de las típicas historias que vienen de Hollywood con una temática similar, aunque con un argumento algo más original.

Sin embargo, en esta ocasión el film está descaradamente realizado para encumbrar a la bella Monica Bellucci, quien sin duda es una actriz muy atractiva, pero a la hora de aguantar sólo ella el peso del film flojea bastante. Y eso a pesar de sus esfuerzos por caracterizarse de mujer madura, y despojarse un poco (solo) de parte de ese atractivo para interpretar el papel de Laura Siprien. Sin embargo se echa de menos un personaje más fuerte, que le haga de contrapeso a la protagonista, y eso acaba perjudicando los resultados de un film realizado prácticamente para el lucimiento de su actriz principal.