Da gusto ver cómo un genio va alcanzando la perfección y el estilo propio que lo hacen único.
La flor de mi secreto no es ni de lejos la mejor película de Almodóvar. Es posible que ni siquiera sea una gran película. Pero lo importante es que ya presenta los mimbres sobre los que, cuatro años más tardes, se preparará la cesta de la gran obra maestra del manchego, Todo sobre mi madre.
Almodóvar, como shyamalan el Señales, comienza a dar muestras aquí de lo que puede hacer, y del talento que después le va a estallar, para regocijo de los espectadores, en la película con Cecilia Roth, para regocijo de los espectadores. En La flor de mi secreto, el realizador deja atrás los años de excesos y de películas extrañas para entregar en bandeja de plata una historia sobre una escritora de novela rosa que pasa por una terrible crisis matrimonia. Irónico, ¿no? Pero así es el cine de Almodóvar. Un cine de contrastres, que rebosa sarcasmo a veces, y arrebatadora pasión por todos los lados. Puede gustar o no, pero nunca deja indiferente. Y éso se debe a que Pedro hace hablar a sus personajes con el corazón y las vísceras, pero con una elegancia y un dominio de la palabra pocas veces visto. Y encima, tiene el buen gusto de escoger siempre a actrices y actores soberbio. Aquí, Marisa Paredes se carga la película a sus espaldas, quizás demasiado, pues su Leo Macías es prácticamente el único personaje que le importa al realizador, que descuida un tanto a los demás, con la excepción del de un encantador Juan Echanove. Carme Elías, con su solvencia habitual (aunque lejos de la maravilla de Camino) y un breve pero trascendente Imanol Arias completan un reparto a la medida de una historia a la que le falta algo de fuelle y de garra, pero que ya anticipaba la maravillosa etapa en la que entraría almodóvar en 2009. Y en la que todavía sigue, para alegría de sus fans. Le pese a quien le pese.

Lo mejor: Las actrices (atención al espléndido dúo cómico que forman Chus Lampreave y Rossy De Palma)
Lo peor: Le falta algo