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Voto de Sibila de Delfos:
8
Drama Dan Dunne (Ryan Gosling), un profesor de un conflictivo instituto de Brooklyn, es adicto a las drogas. Cuando Drey, una problemática estudiante, descubre su secreto, nace entre ambos una insólita amistad. (FILMAFFINITY)
11 de agosto de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Half Nelson es un monumento a la elegancia narrativa y el olvido de los elementos superfluos.
Con esto no quiero decir que Ryan Fleck sea un grandioso director (quién sabe, a lo mejor lo es, pero aquí apuesta por el habitual estilo descuidado del que siempre hace gala el cine independiente estadounidense, y más aún cuando tiene visos de ser comprometido socialmente), sino que, en el guión que ha escrito junto a Anna Boden va directo al grano y se olvida de manierismos y cosas absurdas para ponernos en situación y contarnos la historia. En unas pocas escenas, apenas unos minutos, ya sabemos todo lo que tenemos que saber de Dan y Drey, los protagonistas: él es un buen tipo, un profesor que sabe hacerse escuchar y querer por sus alumnos y un adicto al crack; ella es una chica que se ha criado en un ambiente conflictivo, pero que posee un talento, una bondad y una madurez que utiliza para salir adelante. A partir de ahí, un crucial encuentro en unos vestuarios y ya están las bases sentadas para contar una bonita historia de una peculiar amistad interracial que, agradecidamente, no sólo no cae en sentimentalismos baratos, sino que también esquiva con soltura los tópicos más chuscos de relaciones entre blancos y negros. No hay más que ver el personaje de un buen Anthony Mackie para ver que lo que les interesa a Fleck y Boden no es retratar a los negros como palurdos criminales que van en chándal, juegan al baloncesto y escuchan hip-hop. En Half Nelson, todos los personajes, negros o blancos, son simplemente personas con problemas, con virtudes y defectos, que no corresponden a u estereotipo, sino que son profundos y complejos, no sólo una cara de la moneda, sino ambas.
Por supuesto, nada sería lo mismo sin las fascinantes presencias de Shareeka Epps, brillante en el difícil arte de resultar elocuente muchas veces sin apenas palabras, y por supuesto Ryan Gosling, que plasma a la perfección la fragilidad y el buenrollismo de su personaje. Que un actor como él, tan guapo y carismático, en vez de dedicarse a hacer cine fácil y comercial siempre haya optado por protagonizar proyectos arriesgados como este, es digno de todos los elogios del mundo.

Lo mejor: El trío que forman Gosling, Epps y Mackie, y la inteligencia del guión.
Lo peor: El ritmo es demasiado contemplativo en ocasiones.
Sibila de Delfos
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