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Voto de Sibila de Delfos:
7
Drama El Bola es un chaval de 12 años que vive en una atmósfera violenta y sórdida. Su situación familiar, que oculta avergonzado, le incapacita para relacionarse y comunicarse con otros chicos. La llegada de un nuevo compañero al colegio le brinda la oportunidad de descubrir la amistad y una realidad familiar completamente distinta. Todo ello le dará la fuerza necesaria para aceptar y, además, afrontar su propia situación. (FILMAFFINITY)
25 de noviembre de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Bola fue el Goya a la Mejor Película de su año. Estando La Comunidad, quizá parezca un poco exagerado, pero se entiende perfectamente por qué gustó tanto.
Achero Mañas, en su debut como realizador de largos, firmó una emotiva historia de amistad infantil teñida de drama por el espinoso tema del maltrato dentro de la casa, y esas son las escenas que encogen el corazón. Están rodadas con extrema dureza, hasta el punto de que cualquier momento en que el padre del Bola está presente tiene una tensión espeluznante, incluso antes de que el espectador vea con sus propios ojos lo que ocurre en esa casa en la que el padre grita y agrede mientras la madre calla, atormentada la familia entera por la muerte de uno de sus miembros y por la violencia que se masca en el ambiente.
Lo peor de la película es el peligroso discurso que acomete al diferenciar tantísimo a los personajes de Manuel Morón (escalofriante y espectacular) y Alberto Jiménez. El segundo es un padre enrollado, y para que todos nos demos cuenta de que es molón y estupendo, lleva tatuajes, se dedica a una profesión modernilla (tatuador) y es liberal y colega de su propio hijo. El primero, sin embargo, es conservador, muy conservador rayando lo fascista, se pasa la vida metido en casa y tiene un trabajo de lo más corriente (regenta una ferretería). El peligro de todo esto está precisamente en identificar al buen padre con esos estereotipos y al mal padre por los otros. El padre del Bola es mal padre porque maltrata a su hijo. Punto. Lo que piense políticamente o sus valores como persona deberían haber dado igual a Achero Mañas, pero no es así.
No obstante, a pesar de esa cierta manipulación, es una película a ver y a recordar especialmente por su tremendo final y por el trabajazo de Juan José Ballesta, que por desgracia no ha logrado nunca volver a ponerse a ese nivel como actor adulto (más bien al contrario).

Lo mejor: Su dureza, Juan José Ballesta y Manuel Morón.
Lo peor: Su intento de manipulación al espectador.
Sibila de Delfos
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