Curiosamente, Extrañas coincidencias suele ser nombrada por muchos actores conocidos (Jennifer Lawrence, por ejemplo) como una de sus películas favoritas. Esto demuestra su cierto estatus de culto conseguido.
El problema de la película, más allá de que entonces David O. Russell no era el director popular y solvente de El lado bueno de las cosas o The Fighter (al revés, era un hombre bastante controvertido incluso dentro de la industria), es que su decidida originalidad y carácter bizarro no son para todos los gustos, y ni siquiera dan como resultado una película especialmente divertida o entretenida. De hecho, es bastante justita en casi todos los aspectos.
Sí destaca mucho en la excepcional calidad de los actores. Russell es experto en sacar lo mejor de los intérpretes, incluidos aquellos que previamente no hubieran destacado mucho, y hay que reconocerle el mérito de haber reconducido a Bradley Cooper al buen camino, y esta vez lo vuelve a hacer con, por ejemplo, Mark Wahlberg. Otros, como Jude Law o Jason Schwartzman, se lo pasan bomba, y por supuesto los veteranos como Lily Tomlin, Isabelle Huppert y Dustin Hoffman dan una lección de sentido del humor y versatilidad.
Aceptable, curiosa, muy original, sin duda, una de las pocas películas que apuesta por hablar del existencialismo, pero poco apropiada quizás para el lenguaje cinematográfico.

Lo mejor: Los actores, sin excepción, y su innegable originalidad.
Lo peor: Desde luego no es para todos los paladares.