Ejemplo del cine de suspense y horror (pretendido al menos) británico de comienzos de los setenta, con psycho-killer metido en faena.

Un cine que tuvo buenos trabajos, a cargo de interesantes realizadores de allí, que consiguieron implementar códigos propios de la isla y una forma de narrar peculiar, que les valió reconocimiento internacional.

Este film tiene fama de buena cinta, aunque en verdad, y viéndola casi cuarenta años después de su rodaje, no es para tanto.

No aburre y se pasa el rato, pero la verdad es que la intriga acaba por no resultar tal ya que no hay suspense ni se pretende, al quedar descubiertas las cartas a mitad del metraje.

Pocos personajes y pocas situaciones, que hacen se haga algo larga pese a no llegar a la hora y media.

Lo mejor, sin duda alguna, es la gratísima presencia de Susan George, actriz bastante desaprovechada, que aquí luce brillante, tanto en el capítulo interpretativo como físico (estaba buenísima, afirmo).

Por lo demás, sencilla puesta en escena de Peter Collinson, y clímax que viéndola en el cine tiene más empaque, no por televisión, pues deben estar las luces bien apagaditas y sin nadie que moleste lo más mínimo. Sólo así pudiera acojonar aunque sea un poquito. Si no, no tiene demasiada fuerza y queda solamente curiosa pero apagada.

No ha aguantado bien el paso del tiempo, como tantas otras.

Regular nada más.

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