El "Johny cogió su fusil" a la Rusa... una rara avis que podría dividirse en dos partes atendiendo a su originalidad y maestría.

Una primera parte ocuparía la primera hora y cuarto, donde Klimov filma posiblemente algunas de las secuencias e imágenes más "perfectas" de la historia del cine. Permítaseme emplear esta palabra aun cuando jamás deba ser pronunciada, pero no se me ocurre otra para expresar la fulminante garra de ciertas partes, pues más que apresarme, me colapsaron. Adelantadose (y superando) algunos de los juegos dialécticos entre guerra y naturaleza que hicieran celebre "La delgada línea roja" o la naturaleza siniestra de tantas películas de Lynch, nos encontramos con un hilo sonoro realmente estremecedor, segundos planos realmente inquietantes y un maremagnum de sensaciones desgarradoras y asfixiantes. La invasión alemana parece, además, una invasión alienigena donde no cabe lugar para la esperanza, donde los rusos se encuentran con lo "otro", donde incluso la naturaleza parece confabulada para arrasar con los habitantes de la desdichada bielorrusia.

La segunda parte (1 hora) es buena, desde luego. Y tiene momentos realmente sorprendentes, especialmente al final del metraje. Sin embargo, no puede, por más que Klimov lo intente, superar la fuerza y el logro audiovisual de la primera parte. Si toda la película fuera como esta parte, la película sería bastante buena, pero no una obra maestra. Es por eso por lo que cuesta valorarla. Si la película se hubiera acabado a la hora y cuarto, difícil me hubiera resultado no ponerle un 10. Otro tema es el punto panfletario, dada la orientación ideológica soviética. Algo que, para mi gusto, resuelve el guión con algo de encorsetamiento. Sin embargo, acepto que se trata de un accidente histórico y me quedo con una lectura universal, porque realmente la tiene.