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Reino Unido Reino Unido · Edimburgo
Voto de Tania:
8
Drama. Bélico Durante la Segunda Guerra Mundial el soldado británico Jack Celliers (David Bowie) llega a un campo de prisioneros japonés. El comandante del campo cree firmemente en valores como la disciplina, el honor y la gloria. En su opinión los soldados aliados son cobardes al entregarse en vez de suicidarse. Uno de los prisioneros trata de explicar a sus compañeros la forma de pensar de los japoneses, pero éstos le consideran un traidor. (FILMAFFINITY) [+]
16 de marzo de 2007
40 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno, me ha costado lo suyo acabarla. He tenido que verla en 5 o 6 partes y eso es bastante frustrante, pero es que tengo la costumbre de ponerme pelis densas a altas horas de la noche y luego pasa lo que pasa. Además, por lo que he podido comprobar, el cine de Nagisa Oshima tiende a producir un ligero efecto sedante.
En teoría pretende ser una reflexión sobre las diferencias o conflictos culturales (no políticos) entre oriente y occidente en tiempos de guerra, pero personalmente creo que esa es una cuestión secundaria y que, en cualquier caso, las que aquí destacan son en realidad nuestras similitudes. Al parecer, la obra está plagada de simbolismos (sobre el honor y demás) que no siempre he logrado comprender. Quizá alguien más puesto en cultura japonesa podría descifrarlos fácilmente. Lo que sí resulta perfecta y universalmente reconocible es lo que para mí constituye su tesis: que incluso entre enemigos irreconciliables el día a día conduce al acercamiento, el acercamiento al cariño y el cariño a la amistad. Y la amistad no conoce ni fronteras idiomáticas ni culturales, o no debería. De la barrera ideológica, bastante más difícil de traspasar, no dice nada y gracias, porque tendríamos para 3 o 4 horas más de metraje y no hay para qué.
Los actores están muy bien (especialmente Takeshi Kitano), a excepción de algunos secundarios o los del harakiri, que sobreactúan más que Jim Carrey y Tom Cruise juntos de protas en... mmm... en una peli del Adolfo Aristarain, o qué-sé-xó… No sé, quizá sea el temple nipón…
La fotografía es estupenda y la música, aunque un poco machacona, también tiene su aquel. Supongo que Oshima era consciente de que se esperaba algún tema interpretado por el Bowie y justifica su renuncia con una frase (la del título de esta crítica) que viene que ni al pelo.
Tania
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