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Reino Unido Reino Unido · Edimburgo
Voto de Tania:
1
Romance. Drama En los círculos burgueses de Europa después de la Gran Guerra, ¿puede algo salvar al hombre moderno? Harry Haller, un intelectual solitario, ha temido toda su vida su doble naturaleza de ser humano y ser una bestia. Ha decidido morir en su 50 cumpleaños, que es pronto. Es rescatado de su solipsismo por la misteriosa Hermine, que lo lleva a bailar, lo introduce al jazz y a la bella y caprichosa María, ademas de conducirle a las ... [+]
14 de abril de 2009
32 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la novela de Hesse, Harry malvive sobrellevando la lucha intermitente entre los dos individuos que coexisten en él: el hombre dócil, necesitado de la aceptación y compañía de sus semejantes; y el lobo indómito, libre e instintivo, que afirma su individualidad renunciando a la vida gregaria. Un Jekyll-Hyde intelectualizado, incapaz de alcanzar placer en los términos medios, pero con un extraordinario aguante para el sufrimiento, por resumir. Es un buen libro. Intocable, inadaptable como su protagonista. Nunca sospeché que existiera un film homónimo pero, cágate lorito, que lo hay desde 1974. Lo sé porque las bibliotecas ofrecen algo más que wifi gratis, y la de mi barrio ahora exhibe un ejemplar en la estantería de novedades, donde nadie mira, a kilómetros del grueso de la colección de DVDs. Lo descubrí de pura chamba mientras me pasaban el código de barras de Crimen Ferpecto, y me abalancé sobre él en un acto reflejo. Me la he tragado de cabo a rabo y es una caca, lo adelanto, pero una caca evocadora...

En la velada en sociedad observo a Harry sentado a la mesa bajo la espada de Damocles, disfrazado de burgués, reprimido, atrapado entre zalameros apocalípticos y decentísimas damas lobotomizadas. Asfixiado por la pulcritud del salón... y por abuso de primerísimos planos. ¡Y encima sin tele! Con el traje, la raya ladeada, y esas gafas tan british, me recuerda a un arrogante profesor de economía de Surrey que buscaba la risa y complicidad del auditorio por medio de chistes denigrantes para con el pueblo irlandés. Se me va la olla y por instantes se me aparece el mismo espejismo que en clase: creo verlo vestido con ropa interior femenina de encaje, con sus elegantes mocasines de charol y calcetines blancos hasta la rodillas, preparado para una sesión de lluvia dorada tras los postres, a lo Burdeles de Páprika, y sin perder la cara de palo y la compostura. Lo cierto es que Harry no encaja tan bien como aquél en el cuadro. La virtud del lobo, para desgracia del hombre en Harry, es no alcanzar placer en ningún tipo de sumisión. Deseo que se ponga la pajarita por diadema, que monte un numerito antológico y los mande a todos a la mierda. Por fin, tras unos cuantos hidalgos de whisky, se caga en Goethe, en la Patria, en su anfitrión... y se da el piro haciendo eses. ¡Bravo!

El lobo estepario destinado a no encajar, hace amigos (alucinatorios, creo) y pone algún empeño por integrarse en la bohemia local empolvándose la nariz y aprendiendo a bailar jazz (inexplicablemente esto hace que me acuerde de un sketch de Muchachada sobre Allan Poe y un buen defenestre). Para entonces el cuadro es desolador: interpretaciones casposas de todo secundario, decorados desfasados, zooms digitales a mansalva y efectos especiales deplorables. Qué asco de existencia, Harry.

[Sigue en spoiler, sin destripe]
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tania
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