Sandra Bullock, reina por excelencia del pastelillo, de rostro inquebrantable ya pasen años, lustros o décadas, confirma su encasillamiento de pija tonta acomodada, esta vez con hijos y tintes de viuda negra con su aparentemente filosófica transcendecia... ya le gustaría.

Firmando el acta de defunción del talento como actriz que realmente nunca tuvo, nos quiere vender como thriller algo cuyo argumento y caracterización no pasa de la categoría de los telefilmes de sobremesa que pueda ofrecer cualquier cadena televisiva del tres al cuarto en el sopor de las tardes domingueras.

No solo carece de interés sino que raya varias veces en el más bochornosos rídiculo con escenas que no vienen a cuento que más que dramatizar lo que provocan es la carcajada incrédula, convirtiendo la cinta más en una comedia macabra involuntaria que en un thriller con un mínimo de suspense.

Ésta y otras cuestiones metafísicas que escapan al entendimiento del espectador (por lo menos al mío) las trato más extensamente en el spoiler para no estropear tan magna obra a los afortunados que aún no hayan disfrutado de ella... anda que ya le vale a la Bullock.