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España España · Barcelona
Voto de JRB:
7
Thriller. Drama Desesperado por salvar a su mujer, Willard Russell convierte sus oraciones en un sacrificio. Las acciones de Russel llevan a su hijo Arvin a pasar de ser un niño que sufre abusos en el instituto a convertirse en un hombre que sabe cuándo y cómo ha de pasar a la acción. Los acontecimientos que se dan lugar en Knockemstiff (Ohio) desatan una tormenta de fe, violencia y redención que se desarrolla a lo largo de dos décadas.
5 de octubre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el lanzamiento de su prometedor trailer, "El diablo a todas horas" se convirtió en uno de los originales de Netflix más apetecibles de esta temporada. Tampoco eso es decir mucho, viniendo de una compañía que te hace una trilogía de "Mi primer beso", pero se agradece que de cuando en cuando encuentren tiempo para producir una suerte de cine adulto que dé un poco de lustre a su catálogo.

"El diablo a todas horas" es la adaptación de una novela de Donald Roy Pollock a cargo del director Antonio Campos ("Afterschool", la serie "The Sinner"). Campos llegó a este proyecto después de apearse de la dirección de "The First Omen", precuela de "La profecía". No deja de tener gracia que Campos cambiara una película sobre el hijo del diablo por "El diablo a todas horas". Parece que hay un cierto patrón de comportamiento, como un tufillo a azufre que le persigue allá donde va, aunque el diablo del que habla su última película es un diablo figurado, bastante menos literal que el niño Damien. Es un diablo que acecha a la mayoría de personajes como un virus que flota en el ambiente y los empuja a actuar con violencia, a pecar y a matar en nombre de la venganza, la locura, la lujuria, por convicciones religiosas o por una simple e irrefrenable atracción hacia el mal.

La historia se desarrolla en dos pequeños pueblos de la América profunda durante los años 50 y principios de los 60. Willard Russell (Bill Skarsgard) es un soldado que vuelve de la guerra y decide fundar una familia junto a una joven camarera, pero pronto la desgracia golpea sus vidas y marca en cierta manera el destino de su único hijo. Crímenes y sacrificios, fanáticos religiosos, polis corruptos y psicópatas de manual cruzan sus caminos en una película coral donde ocurren cosas malas todo el tiempo, a todas horas. Muy diablo, mucho diablo.

Y es que la película es como una montaña rusa de la desgracia que solo va hacia arriba. Dos horas y veinte minutos solo hacia arriba. Un no parar de crímenes y atrocidades que llegan a saturar al espectador y no dejan respirar adecuadamente la historia. Son tantos los eventos violentos que se suceden, tanta trama que Campos quiere adaptar de la novela, que se ve obligado a ir de una desgracia a otra como quien juega a unir los puntos con un bolígrafo, desatendiendo por momentos el desarrollo de los personajes y los interesantes vínculos que se van apuntando entre ellos.

Por suerte, esos problemas de guión los compensa con una dirección muy solvente y talento a la hora de crear atmósferas. La ambientación y el aroma a gótico sureño es lo que mejor funciona en los escasos minutos de película en los que no está muriendo nadie. Bueno, miento, durante los créditos finales tampoco muere nadie.
En los pasajes más inspirados del film, Campos consigue crear un clima enrarecido y una sensación permanente de peligro y violencia contenida (o no tan contenida) que le emparenta con el cine de los Coen y nos hace albergar grandes esperanzas de cara a futuros proyectos.

Entre el reparto, lleno de caras conocidas del cine palomitero intentando que se los tomen en serio como actores de carácter (Spiderman poniendo acento! El soldado de invierno con barriga! Pennywise!), destaca precisamente uno de los rostros menos populares, el de Harry Melling, actor al que recordamos por su extraño papel de artista ambulante sin miembros en "La balada de Buster Scruggs" (2018) y que aquí interpreta a un predicador tarado, responsable de varios de los momentos más perturbadores de la película, uno de ellos involucrando arañas. Destacan además Bill Skarsgard para bien y Robert Pattinson (Batman! el que faltaba!) para no tan bien, quien al parecer se negó a trabajar su acento con un coach y decidió construirlo por su cuenta para sorprender al director el día de rodaje. La verdad es que suena peculiar, crea un personaje llamativo y con magnetismo, pero se le nota actuar demasiado y por momentos te saca de la película. Por lo general Pattinson me suele gustar bastante (no tanto como parece gustarse a sí mismo, pero bastante) y creo que a estas alturas ya ha demostrado sobradamente que es un buen actor ("El faro", "Good Time"), pero también cuánto le gustan esa clase de interpretaciones histriónicas, un poco circo de tres pistas, un poco caminar sobre un alambre ("The King" o en esta película) que no siempre funcionan.

driveincine.blogspot.com
JRB
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