CALVARY es una película displacentera; una tragedia greco-shakespereana en las que se exhiben las contradicciones y ambivalencias de un conjunto de seres afectados en su alma por las complejas circunstancias de su cotidianeidad y la coyuntura socio-histórica que les toca vivir. Joyceana hasta el tuétano, reproduce la tan mentada dualidad "pueblo chico, infierno grande".
Sin embargo, por más que se trate de un film cuyo argumento es predominantemente tanático, tambien ofrece diálogos y reflexiones metafísicas de alto vuelo. Y existenciales, aunque de menor sofisticación.
La diversidad de personajes interrelacionados y su tratamiento es solvente, insuflando al mismo tiempo en el espectador un clima de desasosiego y expectativa. Magnífica actuación de Gleeson y algunos más. Y bellas tomas exteriores de la campiña, playas y acantilados irlandeses. Buena música, incluyendo la baguala del final.
Es una película de esas a las que uno califica de muy buenas, aunque estrictamente no la disfrute.
Por su viegencia, tema y realización, la recomiendo - preferentemente - a personas adultas.