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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Adrián Klas:
8
Comedia. Drama Siete amigos que lo son desde hace años (tres parejas y un soltero) se reencuentran en una cena en la que deciden jugar a un juego extraño y arriesgado: ponen sus smartphone sobre la mesa y al grito de “no tenemos nada que ocultar”, deciden compartir los mensajes y las llamadas que cada uno de ellos reciba durante la noche, en una especie de ruleta rusa a golpe de SMS y tonos de llamada.
3 de agosto de 2016
48 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alguna vez, siendo joven, un buen psicoanalista me alertó sobre la fundamental diferencia entre "sinceridad y transparencia". Me dijo: no es otra cosa que tener presente que "decir la verdad", es muy distinto a "decir TODA la verdad". Quiérase o no, dentro de esa compleja dimensión que certeramente se ha titulado "la insoportable levedad del ser", lo primero -en el aspecto "político" de la relación humana-, es "funcionalmente" mucho más viable que lo segundo.

De entrada nomás, es importante aclarar que "Perfetti Sconosciuti" no es una comedia, sino una trágicomedia. Y que la balanza se inclina más hacia esto último. Además, si bien el film tiene una lograda realización cinematográfica, es escencialmente una magnífica obra teatral, a punto tal que prácticamente el 95% de argumento y acción se desenvuelven en el mismo escenario. Tampoco es estrictamente una película sobre el riesgo de invasión a la privacidad a causa de los implementos tecnológicos que dejan huella cotidiana de acciones e intenciones de cada sujeto, puesto que si bien estos existen y han invadido lo público y lo privado, violentando al extremo las fronteras que los separan, es de suponer que nunca conseguirán impedir que nuestra condición humana remita completamente a causa de la precaución debida por culpa de ellos. O dicho de otra manera, que no importa cuanto objeto tecnológico delator exista para reprimir deseos y necesidades -más, o menos- inconfesables, tarde o temprano estos aflorarán, saludable o patológicamente.

En verdad de lo que profundamente trata el film, es de la inocultable tensión que, con el tiempo, se llega a tener dentro la pareja monogámica -legalizada o no-, especialmente si es una de larga convivencia, familia, hijos, más todo lo que eso conlleva. Y de como "el eros" -en cuanto vitalidad (pulsión) psicológica natural- nos insta a buscar situaciones de placer que, si no se encuentran ya dentro del vínculo preexistente, tienden a establecerse "con otros". Para lograrlo, el autor sitúa la acción en el contexto de una funcional hipocrecía grupal -superyoica- pseudo amparada en el ocultamiento de las partes, lugar que encarna cada uno de los protagonistas sin que lo "transparente" socialmente. Mientras tanto, presenta un complejísimo tema como el de la poliandria, tan atávico y tolerado tribalmente como sancionado culturalmente en las sociedades organizadas a partir de pautas religiosas originalmente "ordenadoras" y posteriormente legalizadas mediante el marimonio monogámico, el que a su vez frecuentemente deviene en sociedad conyugal y/o unidad económica deserotizada en la cual cada uno de sus miembros oficia de "fascista controlador" de su contraparte.

Bien...¿que hasta aquí no te contado pormenores de la película en sí? Bueno...si ya la has visto, no lo necesitas. Y si no, sería un pecado de mi parte adelantarte los detalles de una historia que, si quieres ver cine de primer nivel, no puedes soslayar. O lo mismo que reiterar la fundamental diferencia entre "sinceridad y transparencia".

En síntesis: un film altamente recomendable para todos aquellos que tengan la certeza -o al menos la firme presunción- de haber alcanzado la adultez.
Adrián Klas
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